jueves, agosto 02, 2007
SOMOS HIJOS DE LA VERDAD

Cuantos no entendemos aún que la fe es un instrumento mediante el cual podemos alcanzar la libertad. Muchos de nosotros a pesar que estamos abiertos a la conversión, seguimos pecando, cometiendo actos que exteriorizan falsedad y con nuestras actuaciones seguimos realizando cosas con el orgullo de ser ya perfectos y denotamos aún el apego a lo material. Y aún, vivenciando todas esas experiencias pasadas, damos muestra a los que están a nuestro lado, que todavía ellas nos mantienen postrados y que no nos dejan desprender del mundo, para entrar en los caminos de Dios.

La verdad y la libertad van de la mano. Cuando nos sentimos cerrados y ajustados a nuestros recuerdos, añoramos las cosas del mundo y vivimos despreocupados de nuestra realidad, no estamos siendo equivalentes con lo que hacemos sino que nos hallamos esclavos del pecado. Solo seremos libres, cuando poseamos la capacidad de disponer de nosotros mismos y de ir reconstruyendo nuestra persona y brindamos un testimonio de una vida coherente al Evangelio y a las realidades definitivas que nos exige Dios.

Un verdadero seguidor del Salvador ha de sentirse que es amado por Dios y ha de ser autentico aunque continué siendo victima de los perjuicios de su ambiente, o mantenga inconcientemente algunas mentiras en su manera de vivir.

En el Cáp. 8. 31-32 y 34, Jesús dijo en ese entonces a los judíos que le seguían y creían en Él: “Ustedes serán mis verdaderos discípulos si guardan siempre mi palabra, entonces conocerán la Verdad, y la Verdad los hará libres”.”En verdad, en verdad, les digo, el que comete pecado es esclavo del pecado”.

Jesús vino al mundo como el Rey del Reino de la Verdad, y quienes están en la verdad están con Él, sean cual fuere sus ideas. Él no es bandera oficial de ningún grupo específico. El Reino de la verdad no requiere propaganda con partidarios y seguidores que se glorían de poseer argumentos para hablar de Él con citas bíblicas, ¡NO!, Él requiere de hombres y mujeres que den un testimonio de su presencia y que vivan la experiencia del encuentro, siendo signos del amor.

Un cristiano es fiel a la verdad, cuando cree que Jesús es el Señor, el Hijo de Dios, el Enviado por Dios, el Salvador, el Camino, la Verdad y la Vida. Ha de tener además, una fe sólida, ser fiel, desprendido del pecado y no ha de permitir que la debilidad lo arrastre a vivir la antigua vida. Ha de controlar sus impulsos.


“En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no bebe su sangre, no viven de verdad. Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mi, y yo en él.”
Jn. 6.53.55
 
posted by Laureano García Muentes at 4:29 a.m. | Permalink |


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