Hay en el mundo muchos hombres que no aceptan sus faltas, se muestran desconfiados, corren el riesgo de vivir aislados, se escudan y justifican su encerramiento a las situaciones que le son contrarias y que les salen mal. Son prepotentes y se creen los más perfectos. Cuando algo inesperado les ocurre, culpan de todo lo sucedido ha aquellos que le son más cercanos y que están en su entorno. No miran a los demás con misericordia y se vuelven insoportables.
Viven con el afán de hacer todo a la perfección y creen que nunca se equivocan y cometen errores. Son esquivos a todo, huyen de aquellos que optan por darles consejos y que buscan con ellos, convencerlos de que hay que cambiar y mejorar la manera de ser y actuar.
Sus despotismos frente a toda situación hacen alejar a muchos de su presencia, aludiendo que nada les interesa mejorar, cerrando así, toda posibilidad de crecer. Señalan, que nada tienen que variar ya que lo que hacen lo realizan a la perfección… ¡Como enredan y complican sus vidas sin razón de ser!
A manera de reflexión les propongo que se esfuercen por encontrar el sano equilibrio de las cosas y entren a buscar con tranquilidad y seriedad la perfección, asumiendo la condición humana que nos regala Dios, con sus limitaciones.
Es bueno que hoy nos retiremos y con la palabra de Dios reflexionemos un poco sobre nuestras actitudes y nuestra manera de ser y hacer las cosas. Ya que es posible que nuestros comportamientos y nuestras acciones en el medio que actuamos, sea como las de ese tipo de personas.
Es posible, que con nuestros procederes estamos siendo incoherentes a lo que nos pide Dios e inconcientemente contribuyamos a fortalecer y ahondar más los grandes problemas de convivencia social y familiar, la hermandad e inclusive la vida de comunidad.
¿Será que estaremos perdiendo el tiempo y el disfrute de una vida con sentido junto a nuestros seres queridos, familiares y amigos, solo por el hecho de estar cerrados a nuestras fallas y por no aceptar nuestras debilidades tal como son?
Que importante sería que en este momento con toda sinceridad, tomásemos dos hojas de papel y en una hiciéramos una lista de todas esas cosas que existen en nuestro interior y que solo nosotros conocemos y en otra nos propusiéramos a escribir las formas y medios para mejorarlas, haciéndonos compromisos para forjarnos en hombres nuevos, dispuestos a brindar un ejemplo de vida al mundo, a la luz de la palabra y de la presencia de Dios.
TU LO PUEDES Y LO DEBES HACER PORQUE EL MUNDO NECESITA HOY DE PERSONAS QUE DEN TESTIMONIO DE VIDA.