domingo, julio 15, 2007
SER ANUNCIADORES DE LA VERDAD

Aceptar el llamado de seguir a Jesús como su discípulo, significa para el hombre vivir la verdad y convertirse en signo de ella en el mundo, irradiándola en su medio con hechos y acciones coherentes.

Desde que tenemos uso de razón y vamos comprendiendo lo que significa tener fe cristiana, se nos va exigiendo ser íntegros en el cumplimiento de valores, virtudes y en el testimonio de las verdades del Evangelio. Para ello, es necesario aceptar y creer que Dios es único y trino y que Jesucristo es su Hijo, el enviado por Él para liberarnos de la esclavitud del pecado.

Se nos habla, que para vivir socialmente y en comunidad hay que cumplir unas etapas y una serie de preceptos que nos permitirían instruirnos para poder convivir basados en la moral cristiana; la cual nos ayuda a percibir el bien y el mal y de inclinarnos siempre por hacer lo bueno evitando lo malo.

Con esas etapas, se va educando y perfeccionando nuestra conciencia. En el discurso del Santo Padre Benedicto XVI en la Plenaria de la Congregación de doctrinas de la fe, nos dice: “Por eso Jesús dona al hombre la plena familiaridad con la verdad y lo invita continuamente a vivir en ella. Es una verdad ofrecida como realidad que conforta al hombre y, al mismo tiempo, lo supera y rebasa; como Misterio que acoge y excede al mismo tiempo el impulso de su inteligencia. Y nada mejor que el amor a la verdad logra impulsar la inteligencia humana hacia horizontes inexplorados. Jesucristo, que es la plenitud de la verdad, atrae hacia sí el corazón de todo hombre, lo dilata y lo colma de alegría capacitándolo para un amor auténtico”.

La voz de la conciencia nace y muere con el hombre. Una conciencia recta y bien formada nos pide a que obremos siempre con honestidad, con lealtad y sinceridad, siendo coherentes y transparentes, veraces y auténticos.
Cuando no se obedece y se cumplen esas normas primarias se llegan a la mentira y a la hipocresía, se afecta la personalidad y la conciencia, se agrieta y se ahonda en una crisis interior.

En el Cap.18.37-38 del Evangelio de San Juan, Cristo al ser juzgado por el poder político de su época le respondió con una expresión autentica como Hijo de Dios a Pilatos quien le cuestionaba, diciéndole, que en Él residía la realización definitiva de toda auténtica aspiración humana: “Tu lo has dicho: Yo soy el Rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la verdad. Todo hombre que está de parte de la verdad escucha mi voz” a lo que Pilatos le pregunto: ¿Qué es la verdad?, pregunta que no respondió Jesús, porqué ya le había dado la respuesta.

Asumamos sin ningún temor la necesidad de quitarnos los maquillajes que poseemos y tengamos la valentía de erradicar la mentira que corroe nuestro ser, siendo auténticos como realmente somos y debemos ser.


LA MORAL CRISTIANA NOS EXIGE QUE DEBEMOS SER UNOS LEGÍTIMOS PROCLAMADODORES DE LA VERDAD.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:28 a.m. | Permalink |


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