jueves, agosto 16, 2007
SER OPTIMISTAS Y CON MUCHA FE

Cuando tenemos fe nos llenamos de optimismo y seguridad, esa pasión la mantenemos llevandola en nuestro corazón como un sello que garantiza que todas aquellas cosas que soñamos y anhelamos se irán realizando convirtiendose en realidades. Con la fe y el optimismo, perdemos el temor, nos llenamos de valentía para luchar y nos forjamos por alcanzar las metas soñadas. Tenemos fe y esperanza de que Dios va a nuestro lado como un guía que nos enseña a que no perdamos el entusiasmo ni el ardor por lograr alcanzar nuestros propósitos.

Ese fuego que sentimos, hace parte de la acción del Espíritu Santo, que nos hace ver la utilidad de la presencia de Dios en nuestra vida.
Cuando hablamos muchas veces de “utilidad”, nos referimos al uso de esas cosas superfluas del mundo de hoy, que son de un uso transitorio y que al poco tiempo se desechan. La utilidad de Dios, apunta hacia ese norte donde la vida hay que realizarla de acuerdo al sentido real y verdadero que Él nos da.

Al Tener fe y confianza en Dios, le confiamos la guía del optimismo por lograr realizar nuestros proyectos, de formalizar y construir una vida familiar basada en el amor, la comprensión, el cariño, la solidaridad, la fraternidad haciéndola signo de la acción suya en nuestro entorno social; demostrándole al mundo que en los quehaceres diarios y convivencia, los hombres no somos objetos de valor, sino hijos de Dios.

Nuestro optimismo ha de estar siempre marcado por las gracias del Espíritu Santo, ya que como cristianos tenemos una misión que realizar en el mundo, la que ha de estar enmarcada por nuestra responsabilidad frente a todas las circunstancias y situaciones de la vida, por amor a nosotros mismos y a los demás, teniendo coherencia de vida frente a las pautas que nos da el Evangelio, y ha utilizar con dignidad los dones que Dios nos dio de acuerdo a nuestros gustos y afanes.

Nuestra fe y nuestro optimismo se alimentan mediante el hábito de estar en permanente comunicación con Dios mediante la oración, Él con ella, nos fortalece, enseña y alimenta para que nuestro caminar sea eficaz y con firmeza. Además, nos ayuda a luchar, a perseverar y a pontencializar nuestras capacidades de reflexionar y pensar por hacer siempre bien las cosas.
Tengamos claro que nuestro ejemplo de vida es Cristo, que nuestros fundamentos y razón de nuestras luchas es Cristo y que toda fuerza que necesitamos nos viene de Cristo.

“Así, ya que han aceptado a Cristo como Señor, vivan con él, enraizados y cimentados en él, apoyados en la fe que les enseñaron, y dando siempre gracias a Dios”. Colosenses 2.6-7.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:47 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>