jueves, septiembre 13, 2007
LO PRODIGIOSO DEL AMOR DE DIOS

Cuando Jesús llama e invita a que le sigamos, se dirige a nosotros como un amigo que nos expresa el gran amor del Padre y nos acepta tal como somos, con todos nuestros defectos.
Su llamada es muy particular, porque pronuncia nuestros nombres y brinda su compañía libre de condiciones para que en los momentos de gozo y de dificultades acudamos a Él, si ningún temor. Además, nos coloca el sello de ser sus valiosos e importantes elegidos y nos resguarda en cualquier medio donde estemos o nos movamos.

En la manifestación de su llamada, nos muestra su cariño y su acogida y nos enseña lo prodigioso del amor del uno con los otros, pues allí nace la libertad, la paz, la armonía, la amistad fraterna. También nos pide alimentarla infatigablemente con la aceptación y el compartir constante.

En la expresión que le damos a nuestra respuesta y del pronto y acertado beneplácito para seguirle, se personifica la profundidad de nuestro amor hacia Él, porque, cuando a un ser que amamos, le escuchamos y le sentimos clamar su alegría por recibirnos tal como somos, nos urge dar una respuesta afirmativa:¡SI te quiero seguir! Aunque sepamos cuan grande es el costo personal que tenemos que abandonar.

Al responderle SI, aceptamos ser su amigo, ser su seguidor, ser su confidente y ser sus discípulos. Porque, así es el amor que nos trasporta hacia la unión del ser y del querer estar por siempre al lado de la persona que amamos. Si no existe el amor no hay la comunicación ni el intercambio de ideas, ni mucho menos la manifestación de sentimientos.
El llamado que nos hace Jesús es también para unirnos por amor a la misión que asumió cuando propuso a los discípulos propagar el Reino de Dios en el mundo. A cada uno llama de manera diferente e invita a hacer realidad las ilusiones que idealizamos de acuerdo a nuestras cualidades, dones y gracias que han sido depositados en nuestros corazones para ponerlas al servicio a los demás, sin intereses.
En las crisis y las experiencias del sufrimiento Él se hace presente para fortalecer el vínculo de su amistad mediante un amor sincero y a enseñarnos a ser pacientes y compasivos en los sufrimientos nuestros y de los demás.
Atender su invitación, es la única oportunidad que tenemos para responderle como unos verdaderos hijos de Dios.

EN LA VIDA NO HAY AMOR Y FELICIDAD VERDADERA SIN JESÚS.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:47 a.m. | Permalink |


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