jueves, abril 19, 2007
NUESTRA FE ESTÁ CIMENTADA EN JESUCRISTO
La fe que hoy profesamos ha sido producto de la tarea evangelizadora que el mismo Jesús les encomendó a sus apóstoles y discípulos constituyéndose en un don que nos regala Dios.
Ellos, a través de los tiempos de generación en generación han venido hablando de la persona de Jesús, nos han revelado sus experiencias de vida, sus anhelos, ilusiones e incluso sus temores después que lo vieron clavado en la cruz. Mediante la fe y las gracias recibidas por el Espíritu Santo, han podido superar todas esas angustias, pesares e incertidumbres que le allegaron cuando Él mismo, después de su resurrección, se ha manifestado al mundo como el Dios vivo.

Todas estas experiencias nos han llegado hoy al conocimiento de una forma oral y escrita. Es por ello, que no podemos decir que nuestra fe se fundamenta únicamente en el conocer aspectos y conceptos de textos o en el repetir ciertas formulas, o más, en el cumplimiento estricto de ciertas normas, ¡NO! Nuestra fe se cimienta en la persona de Jesucristo vivo y resucitado.
Es a Cristo a quien tratamos de seguir, es en Él en quien tenemos que confiar, es a Él a quien tenemos que obedecer, es Él el que nos ha dicho:”El que me ve a Mi, ve al Padre”.

Muchos nos equivocamos y por el hecho de seguir al Maestro, nos creemos los importantes y predilectos, dudamos y nos mostramos inciertos en aceptar muchas veces los testimonios que nos dan personas que han sentido y hecho de una forma visible la resurrección en el Señor. Hay quienes quieren por si mismo cerciorarse de esa verdad y como Santo Tomás dudan y quieren ver por sus propios ojos. ¿Cuantos le queremos exigir a Dios que se nos haga presente en medio de nuestras dificultades y enfermedades y le pedimos con exigencias que se haga visible con un signo o que cumpla lo que yo quiero?

Nuestra fe ha de estar sujeta a un crecimiento continuo basada fundamentalmente en la Palabra de Dios escrita en las Sagradas Escrituras (Biblia) y en la oración constante pidiéndole al Espíritu Santo que nos fortalezca y aumente nuestra fe.

La fe como camino que nos conduce a la salvación implica abandono, confianza y obediencia al Señor

Debéis ser hombres de fe y tener por tanto una gran confianza. La esperanza nace de la fe. Si queréis hacer grandes cosas por la gloria de Dios y por la salvación de las almas, debéis poseer una fe fuerte y sólida, unida a una gran confianza"
P. Francisco María de la Cruz Jordán P. y E.
 
posted by Laureano García Muentes at 8:57 a.m. | Permalink |


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