”Solo viviendo la experiencia de la fe podemos ser testimonios del Resucitado”, nos proclamaba el domingo en su homilía el padre Hugo Jaramillo, Religioso Salvatoriano, cuando exhortaba a toda la comunidad de Manga a demostrar con hechos y acciones una vida autentica y coherente a los principios del Evangelio.
Su frase me dejó ansioso. Y ya en casa, luego de leer y analizar el Evangelio de San Juan Cáp. 20. 19-31 que correspondió para este día, pude comprender que muchos hombres y mujeres de hoy viven con la misma duda que Santo Tomás manifestó a sus amigos al poner como incierta la resurrección de Jesucristo. Vemos pues que aún exteriorizan su vacilación y declaran esa frase: “Ver para creer”.
Ante esas dudas, repetimos con insistencia ciertas manifestaciones ante las situaciones donde debemos poner de manifiesto nuestro deber y compromiso de cristianos. Es así, que damos muestra de esa debilidad que tenemos de nuestra fe y de como es de incierta su consolidación.
Nos mostramos inseguros y temerosos, nos vamos cerrando a vivir aislados y encerrados, llenos de miedo, nos angustiamos y no encontramos los medios necesarios para asumir de verdad nuestro reto y nuestros compromisos de bautizados, seguidores de Jesucristo.
Aún estamos demostrando al mundo la desorientación y el recelo que vivieron los discípulos cuando Jesús fue crucificado y más aún, la incredulidad de Santo Tomás.
No nos reunimos en comunidad de fe para orar y compartir acontecimientos y hacerle frente a las situaciones que se vivencian en el mundo actual, sino que las evadimos y ni siquiera nos interesamos en descubrir en esas situaciones y circunstancias actuales, los signos que Dios nos da como mensajes para salir de ese encierro y proclamar la vida, la esperanza y la misericordia que despierten, levanten y hagan resurgir a muchos a salir de su encerramiento para recibir la fuerza del Espíritu Santo, que fortalece y enseña con sus gracias como expandir por el mundo entero la misión que el mismo Cristo nos entregó como Discípulos: “Dar a conocer al único y verdadero Dios y a su enviado Jesucristo como el Salvador en todo tiempo y lugar donde su amor nos inspire”.
Solos no nos podemos salvar a pesar de que vivamos la cultura del individualismo. Los cristianos tenemos el compromiso ineludible de ser signos de esperanza y de amor.
“Dichosos los que crean sin haber visto” Jn.20.29