"Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec"...Salmo 110.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Miércoles 22 de Enero del 2025
El Evangelio de hoy tomado de nos narra La curación del hombre con la mano seca por parte de Jesús.
Dice el texto del Evangelio que: "Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo. Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: “Ven y colócate aquí delante”. Y les dijo: “¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?”. Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: “Extiende tu mano”. El la extendió y su mano quedó curada. Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él". Mc 3, 1-6
Contrario al pensamiento de los líderes religiosos presentes en la sinagoga, Jesús viendo la dureza de sus corazones hizo su obra milagrosa y le sanó su mano.
Hermanos, Jesús conoce la mala fe de sus contradictores pero, sobre todo impedimento muestra su interés en salvar la vida y devolver la dignidad.
Muchos permanecemos hoy paralizados de tal manera que nos mantenemos inactivos, despreocupados y sin intereses por hacer por recuperar situaciones espirituales de otros.
Jesús nos recuerda que nos eligió para ser dinámicos y dispuestos a enfrentar las situaciones difíciles que se nos presenten. Él se ofreció como nuestra compañía y nos regaló la guía del Espíritu Santo. Hagamos ciertas nuestras promesas de aceptación a seguirle y démosle importancia a esos dones y virtudes que nos ha dado para ser bondadosos y misericordiosos para brindar consuelo y compasión a los demás.
Miren: En la vida nos encontramos con multitud de situaciones que ante violaciones de derechos humanos, o ante situaciones atroces de maltrato o violencia, nuestra reacción es mirar hacia otro lado, como si esas situaciones no fueran algo que nos compete. Somos incapaces de escuchar, no solo de oír, los gritos clamando justicia de aquellos hermanos nuestros que están sufriendo por culpa del egoísmo o maltrato ajeno. Como seguidores de Jesús no podemos permanecer indiferentes ante las injusticias, no nos pide reacciones violentas, pero si ser capaces de denunciar todo lo que atenta contra la dignidad de los seres humanos. Jesús, amor de Dios encarnado, quiere la felicidad de todos, pues todos somos hijos de Dios, y como tales coherederos del Reino, por lo tanto nos pide valentía y coherencia con lo que decimos creer.
Señor, cuántas veces nos encontramos tullidos como el hombre del que habla el Evangelio. Nos sentimos lisiados en el campo del espíritu. Sin tu gracia nos sentimos imposibilitados para obrar el bien. Aumenta nuestra docilidad para escuchar tu voz y no permitas que nuestras actuaciones y sentimientos te causen tristeza. Ayúdanos a amarte de manera concreta y real mediante la virtud de la caridad y la misericordia hacia los demás de manera especial, a los mas necesitados.