"Ojalá escuchen hoy la voz del Señor: "No endurezcan su corazón"...Salmo 95.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Jueves 16 de Enero del 2025
En el Evangelio de hoy tomado de Mc 1, 40-45 vemos a un hombre con enfermedad de lepra que se le acerca a Jesús y confiando en su autoridad, le pide que lo limpie. Él siente compasión, lo toca y queda limpio.
Este hecho así nos lo narra el texto del Evangelio: "En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: "Si tú quieres, puedes curarme". Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: "¡Sí quiero: Sana!". Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: "No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés". Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a Él de todas partes". Mc 1, 40-45.
Los que sufrían la enfermedad de lepra eran excluidos y separados de la 4sociedad pero Jesús a pesar de esas prohibiciones, siente compasión de este hombre, lo acoge, le extiende su mano y lo cura devolviéndole su dignidad.
Cuantas personas encontramos por las calles de nuestros barrios y ciudades que viven una vida cargada de circunstancias y dificultades y deambulan tristes y en medio de la oscuridad.
Miren, este leprosos que nos muestra el Evangelio se acerca a Jesús con fe y la esperanza de ser sanado; la respuesta de Jesús no fue otra: Darle acogida, brindándole amor y consuelo.
Jesús nos muestra hoy cual ha de ser nuestra actitud de servicio: siendo transformadores de la realidad, a perder el miedo y tocar las realidades de los que están necesitando de nosotros una palabra de aliento para ayudarles a cambiar sus vidas.
Hermanos, es necesario que tú y yo rompamos las barreras y dejemos a un lado nuestra zona de confort y nos convirtamos en verdaderos discípulos de Jesús abriendo de par en par nuestros corazones para servir a los demás.
Jesús amaba también a aquel leproso y lo curó. Hoy
sigue habiendo marginados sociales: drogadictos, discapacitados, presidiarios,
mendigos, inmigrantes, etc. A veces lo mismos creyentes son/somos
ridiculizados. También nosotros podemos excluir a quienes no piensan como
nosotros, a los que vemos diferentes. Sin embargo, el amor no margina a nadie. Jesús siente lástima y extiende la mano a todos, como a aquel leproso.
Cuando nosotros tendemos la mano a los demás ayudamos a que se integren mejor y
salgan de su marginación. ¿A quién podría yo tender la mano personalmente? ¿A
qué excluidos podríamos dirigir la mirada como parroquia, como comunidad de
creyentes?
Señor Jesús, al hacerte humano tocas, abrazas y besas la pobreza de nuestra naturaleza, la debilidad de nuestra carne y de nuestro corazón. En el contacto entre tu mano quedó derribada toda barrera entre Dios y la impureza humana, y nos mostraste que tu amor es más fuerte que cualquier mal, incluso más que el más contagioso y horrible. Gracias, Jesús, porque estás siempre de nuestra parte.