"El Señor ama a su pueblo"...Salmo 149.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Sábado 11 de Enero del 2025
En el Evangelio de hoy tomado de Jn 3, 22-30, Juan Bautista le afirma a sus seguidores la Identidad de Jesús reconociéndolo como el Mesías Enviado por Dios.
Así nos lo muestra el texto del Evangelio: "Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí con ellos y bautizaba. Juan Bautista seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar. Juan no había sido encarcelado todavía.
Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la purificación. Fueron a buscar a Juan y le dijeron: “Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a Él”. Juan respondió: “Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo. Ustedes mismos son testigos de que he dicho: Yo no soy el Mesías, pero he sido enviado delante de Él". Jn 3, 22-26
Cómo lo podemos palpar en el Evangelio se presenta un momento clave en el ministerio de Juan el Bautista, donde se subraya la importancia de la humildad y la misión de cada uno.
Juan declara que su papel es preparar el camino para Jesús, enfatizando que “es necesario que él crezca y que yo disminuya.”
Esta reflexión nos invita a reconocer la importancia de colaborar en la Misión legada por el Salvador, aceptando nuestros propios roles sin egoísmo. Miren, la actitud de Juan resalta que el verdadero éxito no se mide por el reconocimiento personal, sino por la capacidad de apuntar hacia Cristo y su mensaje de salvación.
Recordemos que cada uno de nosotros también está llamado a "disminuir" en nuestros propios deseos para elevar la verdad y el amor que representa Jesús en nuestras vidas y de ello, dar testimonio a los que nos rodean.
Todos los cristianos tenemos que imitar a Juan el Bautista en su
empeño de que Jesús es “el que tiene que crecer y yo tengo que menguar”. A la hora
de predicar nunca nos hemos de predicar a nosotros mismos. Siempre a Jesús y de
lo que se trata es que nuestros oyentes se queden con Jesús, que es el Hijo de
Dios, nuestro Salvador y no con nosotros.
Señor, Cuanto más humilde seamos, podremos ser tus discípulos y misioneros, invitando, con nuestro testimonio de vida, a otros a seguirte. Gracias porque es en la oración y en la Eucaristía como vamos formando nuestro corazón de apóstol.