jueves, septiembre 19, 2024

"Dad gracias al Señor porque es bueno"...Salmo 118.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Jueves 19 de Septiembre del 2024

El Evangelio de hoy tomado de Lc 7, 36-50, nos habla del episodio sucedido cuando Jesús, invitado por un fariseo a un banquete, ya sentado en la mesa, una mujer pecadora que vivía en la ciudad, llorando a sus pies comenzó a bañárselos con sus lágrimas  y a secárselos con sus cabellos mientras se los cubría de besos.

Así, lo describe el texto del Evangelio: "Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública. Al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume y, poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: "Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora". Jesús le respondió: "Simón, tengo algo que decirte". Él dijo: "Di, maestro". "Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?". Respondió Simón: "Supongo que aquel a quien perdonó más". Él le dijo: "Has juzgado bien". Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos.". Lc 7, 36-44.

Como vemos en la  escena, Jesús acoge a una persona que, según las costumbres judías, no podía ser acogida por ser pecadora. Ahí es cuando el hombre fariseo que lo observa, lo critica y condena a la mujer. 

El fariseo piensa que no comete pecado alguno porque es buen cumplidor de la ley, pero Jesús le hace ver algo muy importante: "A quien poco se perdona, poco amor se le muestra" queriéndole decir que lo que más importa no es la observancia de las leyes sino el amor con que se cumple la ley.

La mujer reconoce ante todo que es una pecadora. Esas lágrimas que derrama son realmente sinceras y demuestran todo el dolor que aquella mujer experimentaba tras una vida de pecado, alejada de Dios, vacía. 

Hermanos, Jesús no condena sino que acoge. En el caso que nos muestra el Evangelio de hoy, fue la Fe de la mujer lo que le ayudó a recomponerse y encontrarse consigo misma y con Dios. Una nueva fuerza despertó en ella que la hizo renacer de nuevo. 

Señor,  al igual que la mujer del Evangelio, te buscamos con una gran fe. Somos conscientes de nuestras miserias y necesitamos tu perdón. No permitas que nos apartemos de Ti, porque en Ti tenemos puestas todas nuestras esperanzas. Te amamos y deseamos ardientemente compartir este amor con los demás.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:14 a.m. | Permalink |


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