viernes, agosto 23, 2024

"Den gracias al Señor porque es eterna su misericordia"...Salmo 107.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Viernes 23 de Agosto del 2024

El Evangelio de hoy tomado de Mt 22, 34-40 nos narra un hecho sucedido cuando los Fariseos se habían enterado de que Jesús había hecho callar a los Saduceos que se habían reunido con Él para ponerlo a prueba.

Dice el texto del Evangelio que: " Unos Fariseos le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?" El le dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo⁸". Mt 22, 34-39.

Los fariseos y los Saduceos, los que estaban alrededor de Jesús, estaban preocupados de ver dónde poder encontrar un momento de falla en la enseñanza de Jesús y maliciosamente le preguntaron: "Maestro, ¿Cuál es el precepto mas importante de la Ley?" Y Él mirándolos como lo hace un buen maestro le da una respuesta sintetizada  de dos elementos inseparables de la Ley que son una sola cosa: Amar a Dios y al Prójimo.

Para los fariseos y Saduceos no era fácil entender y tener una visión clara de la unidad de estos preceptos y por ello, la gente sencilla se sentía perdida por todas las injusticias que vivían. 

Hermanos, este Evangelio nos da una gran enseñanza: hoy vivimos en una sociedad que abusa aún de los más necesitados y los trata como inferiores. Es absurdo este actuar; porque nadie es inferior ni menos con los demás.  Delante de Dios todos somos iguales, por tanto, nadie tiene el derecho de negar, ni despreciar a nadie porque ante Dios todos somos valiosos.

Para tener en cuenta: El amor que exige Jesús, no se alcanza con el cumplimiento de un precepto. En Jesús no se trata de una ley, sino de una respuesta a lo que Dios es: "Un amor que responde a su amor" (Jn 1,16). El amor que pide Jesús tiene que surgir desde lo hondo de la persona, no imponerse desde fuera. Se trata de manifestar hacia fuera, lo que Dios es en mí ser.

Señor, danos un corazón abierto que sepa acoger tu amor, ese amor gratuito e incondicional que sostiene nuestras vidas. Señor, danos un corazón humilde que sepa dejarse amar por las personas que nos ayudan a crecen en humanidad. Señor, danos un corazón generoso que sepa amarte, amarte en todo lo que haga y por encima de todo y de todos. Señor, danos un corazón comprometido que sepa servir, servir a todos, comenzando por los últimos, por los pobres.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:19 a.m. | Permalink |


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