domingo, junio 23, 2024

"Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia"...Salmo 107.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 23 de Junio del 2024

INTRODUCCION:

El Evangelio de hoy es un reflejo de nuestra propia vida. ¿Cuántas veces hemos sufrido problemas que nos han turbado y quitado la paz mientras parecía que Dios estaba dormido? No pocas veces hemos gritado a Dios porque creíamos hundirnos. Pero miremos la reacción de Jesús: reprocha nuestra falta de fe. Lo contrario de la fe y del amor no es el odio, sino nuestra cobardía. Jesús pregunta: “¿Por qué tienen miedo? ¿Por qué es tan débil su fe?” El miedo hace tambalear la débil fe cuando experimentamos un serio peligro. Cuando le hacemos despertar, Jesús nos muestra que basta su voz imperativa para que todo se solucione, para que el mar entre en calma y ¡no pase nada! Hemos de dejar a Jesús actuar “a su hora”. Su Iglesia debe aprender a ser paciente. Quienes confiamos en Jesús, en su Palabra, en su Poder, en su Presencia, sabemos que a Él le cabe toda la responsabilidad. Él es el Señor de la historia y de la naturaleza. Él es el Liberador, el Redentor. Y de seguro que va a cumplir con la misión recibida del Abba y para la que cuenta con el Espíritu Santo y también con nosotros. Con instrumentos débiles es capaz de confundir a los fuertes. Aunque nuestra confianza en Él sea débil, Él sacará adelante todos los proyectos de Dios su Padre y al final llegará la calma, la paz, la salvación. Jesús nos quiere valientes, entusiastas y no cobardes y deprimidos, con una secreta seguridad de que vamos a perder todo poco a poco.

En el Evangelio de hoy tomado de Mc 4, 35-41 Jesús invita a sus discípulos a pasar a la otra orilla y junto con Él, fueran testigos del milagro que iba a obrar.

Dice el texto del Evangelio que: "Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla”. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.

Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?” Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!” El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”. Mc 4, 35-40.

Hermanos, el Evangelio de hoy es una clara invitación a que despertemos la fe y confiemos en ella en todos los momentos de dificultad. Jesús hoy nos pregunta: "¿Por qué somos tan cobardes? ¿Todavía no tenemos fe?".

Jesús nos invita a atravesar el mar de nuestras inseguridades e ir más allá de lo conocido. Sabemos muy bien que ello no es fácil porque en medio de ese mar, tenemos que estar prestos a luchar y luchar contra vientos fuertes y mareas para no dejar romper nuestra frágil embarcación.

No podemos olvidar que Jesús nos prometió estar todos los días junto a nosotros hasta el final de nuestro tiempo; y a pesar de que va con nosotros en la barca, nos atemorizamos de miedo y nerviosismo. 

Preguntémonos: ¿Por qué  tantos miedos para enfrentar esos tiempos cruciales?, ¿Será que nuestra fe no está aún sólida?, ¿Por qué nos resistimos en buscar a Dios?, ¿Por qué buscamos a veces ayuda en algo que no es conocido?

Señor, aunque creemos tener fe, necesitamos de tu gracia para acrecentarla. Ante los problemas y angustias nos acobardamos. Te suplicamos que esta oración nos ayude a creer con fe viva en tu nombre, a actuar de manera filial recordando que Tú eres un Padre que vela con infinita ternura sobre nosotros. Ayúdanos a descubrir tu mano amorosa detrás de todo, porque Tú sólo buscas nuestro bien.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:39 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>