domingo, mayo 05, 2024

"El Señor revela a las naciones su justicia"...Salmo 98.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 5 de Mayo del 2024

INTRODUCCION:

Cuantas dificultades se le presentan en la vida  a un padre o una madre para amar a sus hijos. Pero no podemos si quiera sospechar cómo ama Dios Padre a Jesús, su Hijo. Con ese amor infinito, nos ama Jesús. Y la aventura más preciosa que podemos emprender es dejarnos amar, acercarnos al fuego del Amor, sentir cada día con más intensidad la fuerza y la ternura de ese Amor. Para permanecer en el Amor de Dios, Jesús nos enseña un camino seguro: cumplir los mandamientos. Y el mandamiento más importante es: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismoJesús tiene un estilo de amar inconfundible. Es muy sensible al sufrimiento de la gente. No puede pasar de largo ante quien está sufriendo. No piensa en sí mismo. Está atento a cualquier llamada, dispuesto siempre a hacer lo que pueda y sabe estar junto a los más desvalidos. No hace falta que se lo pidan. Hace lo que puede por curar sus dolencias, liberar sus conciencias o contagiarlo de la confianza en Dios. 

En el Evangelio de hoy tomado de Jn 15, 9-17, Jesús les dice a sus discípulos que: "Como el Padre me amó, también Yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como Yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Éste es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado".  Jn 15, 9-12.

Hermanos, Jesús nos ama con el mismo amor que ama al Padre. Y ese amor que nos pide sentir,  es ese sentimiento de afecto, cariño y solidaridad que se siente y se expresa hacia otra persona cuando se manifiesta el deseo de estar en su compañía, de sentir sus alegrías con lo bueno que le pase y sufrir cuando ella sufre. 

Cuantas manifestaciones de amor encontramos en la vida de Jesús. El fue un hombre solitario, sensible  y con una inclinación de hacer el bien con dulzura, suavidad y amabilidad. Demostró siempre ser el perfecto amigo tanto en las alegrías como en los sufrimientos. Entendió y comprendió, respetó y fue tolerante con los demás. Nunca condenó a nadie al contrario, fue misericordioso.  

Experimentemos pues que también somos capaces de amar a las personas con el mismo amor que el Señor nos tiene. 

Señor, Ayúdanos a no hacer del amor una carta de poesía, a no servir el amor en pequeñas dosis, a no ofrecer el amor con condiciones según quién y cómo. Ayúdanos, Señor a ver en los hermanos tu rostro y a volcarnos por amor a ellos, aunque recibamos abrojos.

 
posted by Laureano García Muentes at 5:45 a.m. | Permalink |


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