jueves, enero 18, 2024

"En Dios confío y no temo"...Salmo 56.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Jueves 18 de Enero del 2024

INTRODUCCION:

Todos quieren ver a Jesús y tocarle. Es tanta la gente que hasta Jesús queda preocupado y pide a los discípulos que tengan a disposición una barca para que la multitud no lo aplastara. Desde la barca hablaba a la multitud.   Jesús los invita a que se dejen alcanza por su amor. Miremos: Él viene a nosotros a través de su Palabra y quiere entrar en nuestros corazones. Abrámoselos de par en par para que nos transforme desde adentro, para que podamos reconocerlo, seguirlo y servirlo. Jesús se presenta como alguien que posee dotes especiales para sanar enfermos y expulsar demonios, donde acoge al ser humano que sufre, al marginado. Al mismo tiempo se nos habla de alguien que es capaz de buscar un medio nuevo para no dejar de anunciar el Evangelio.

En el Evangelio de hoy tomado de Mc 3, 7-12 apreciamos que mucha gente de distintos lugares querían conocer y tocar a Jesús. Como lo describe el texto del Evangelio, Él se retiró con sus discípulos a la  orilla del mar de Galilea y lo siguió mucha gente procedente de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara. Porque, como sanaba a muchos todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre Él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!” Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto. Mc 3, 7-12.

¡Qué contraste! Como lo veníamos observando en los Evangelios anteriores Jesús acababa de tener choques grandes con las autoridades religiosas, los Fariseos y Herodianos por el cumplimiento de la observancia del día sábado, y donde Él, denuncia su hipocresía y falta de consideración por los enfermos y necesitados en busca de ayuda y consuelo.

Pero la gente sencilla que no tenía prejuicios y que no envidiaba los dones de Jesús corrían, se amontonaban y hasta se le tiraban encima para poder tocarlo. Mostraban así, una gran confianza porque veían en Jesús a alguien que podía devolverles la esperanza.

La gente seguía a Jesús con gran entusiasmo porque se sentían cautivados por sus Palabras y por la sanidad de sus males. Hermanos, hoy también nosotros nos sentimos atraídos por Él y con ardor en el corazón, lo seguimos con decisión. Pero ese seguimiento debemos hacerlo cumpliendo con celo lo que Él nos comunica y comparte, es decir, brindando amor, siendo bondadosos, amables y con un buen trato hacia todos nuestros hermanos de manera especial hacia los más necesitados y atribulados de sus angustias y necesidades. 

Preguntemos: ¿Cómo estamos viviendo la Fe? ¿Ella te ayuda a vencer los miedos?

Señor, Tú ha sido, eres y serás siempre la respuesta definitiva a los más profundos anhelos y aspiraciones de felicidad, porque sólo Tú tienes palabras de vida eterna, sólo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. 

 
posted by Laureano García Muentes at 4:52 a.m. | Permalink |


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