"El Señor libra a los justos de todas sus angustias"...Salmo 34.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Viernes 23 de Junio del 2023
La interpretación literal de este fragmento del evangelio de Mateo, nos puede hacer suponer que Jesús nos está pidiendo que atesoremos méritos para el más allá; podría interpretarse como la adquisición de “acciones financieras” para asegurarnos el poder gozarlo en la otra vida. Y no es así, lo que nos está pidiendo, no es acumular nada, sino comprender que el mayor tesoro que podemos gozar en esta o en la otra vida, es el mismo Dios, ese Dios que está en cada uno de nosotros, que nos hizo a su imagen y semejanza, y que nos invita a verlo en nuestros semejantes. Jesús nos dice que la lámpara del cuerpo son los ojos, por tanto, si nuestro ojo es desprendido, no mediatizado por los bienes y las riquezas materiales de este mundo, ese ojo nos permite tener una luz clara y diáfana, como la que nos proporciona el sol cuando alcanza el punto más alto del día. El nos invita a tener una mirada limpia, para que la luz alumbre nuestra vida y no nos anclemos a lo material, teniendo como máximo tesoro una vida enfocada por y para Dios, asumiendo que las riquezas de este mundo son finitas, y no tienen ningún valor en la vida futura.
Jesús les demuestra que la avaricia y la hipocresía son los más peligrosos deseos al que pueden aspirar los hombres pues los apartan de los deseos de Dios, una vida a la luz de las Bienaventuranzas. Estos dos deseos, unidos entre sí, desenmascaran la maldad de la codicia y apegan al hombre a los bienes materiales hasta convertirlos en idólatras del dinero y de los bienes materiales suntuosos.
Él les advierte que esos tesoros son limitados y que tienen un fin, mientras que los tesoros de Dios son eternos y sirven para lograr la vida eterna.
Hermanos, Recordemos que Jesús nos a traído el tesoro más grande y hermoso que hay: El Reino de Dios. Por tanto, procuremos que otras riquezas no nos distraigan y que podamos apartar la avaricia que tanto daño nos hace, Él nos recuerda cuando nos dice: Allí donde está tu tesoro, estará tu corazón.
Señor, ayúdanos a ver con los ojos de la fe. Que todo acontecimiento en nuestras vidas y en la de los demás, lo veamos en el plano sobrenatural. Que veamos con tus ojos, y así podamos servirte a ti y a nuestros hermanos como tu lo hiciste.