"El Señor es clemente y misericordioso"...Salmo 145.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Miércoles 22 de Marzo del 2023

El Evangelio de Juan es toda una revelación de quién es Jesús. Jesús es el Hijo de Dios, el enviado del Padre para salvar al mundo. En el texto de hoy Jesús profundiza en lo que significa esa salvación. “Si permanecéis en mi palabra seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Los judíos le cuestionan que no les considere libres, a ellos que son fieles a la Ley y descendientes de Abraham, no idólatras sino hijos de Dios. Pero Jesús les confronta: “Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais…”, y no estarían viendo la forma de deshacerse de él.

Jesús les demuestra que mediante las obras que a venido realizando y sus Palabras, que actúa como su Padre Dios y que Él está en su misma línea de Divinidad. Y los Judíos por eso querían apresarle y darle muerte. 

Dios no tiene límites, ni días exclusivos. Él trabaja todos los días e inclusive hasta los días sábados. Jesús con ello no quiere darles a entender que esta copiando o imitando sus obras, sino que en su obrar lo realiza con igualdad de derechos y dignidad. Así, Él quiere mostrarles que todo lo que su Padre hace por todos es en igualdad de condiciones para unos y otros y sin exclusividades.

La segunda enseñanza que nos presenta este Evangelio es que Jesús quiere darles a entender que tiene el poder que el Padre le otorgó: Resucitar a los muertos. Y les dice: "Así como Él resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo del hombre da la vida a los que quiere". (Jn 5,21) queriéndoles decir que ante la muerte espiritual  Dios le dio el poder de dar la vida que Él tiene para que todos también resuciten. Refiriéndose a resurrección universal.

Hermanos,  Jesús ha venido a nuestro mundo para darnos vida abundante y ella empieza cuando tú y yo vivamos con entereza y fidelidad la vida en gracia de Dios. 

Señor, ayúdanos a transmitir este mensaje de esperanza a los míos, a los que amo y los que debería amar más, para que ellos te conozcan, y conociéndote te amen, y amándote, también ellos te den a conocer a nuestros hermanos los hombres. Porque tu no me enseñaste a decir Padre mío, sino Padre nuestro.