viernes, diciembre 02, 2022

"El Señor es mi luz y mi salvación"...Salmo 27.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Viernes 2 de Diciembre del 2022

Como los dos ciegos del evangelio que leemos hoy, nosotros vamos caminando en busca de algo que nos ayude, que nos permita ver. Dios está entre nosotros, nos tiende la mano, nos abraza amoroso, pero nosotros no le vemos. Nuestros ojos no son capaces de ver la cara amable del Padre que se muestra ante nosotros en cualquier signo de la vida, de nuestra propia vida; que se despliega ante nuestro espíritu.

Puede que, como los dos ciegos, seamos capaces de alcanzar a Jesús y pedirle que abra nuestros ojos, que nuestra fe en él sea suficiente para que pueda decirnos “que os suceda conforme a vuestra fe” y esta sea tan firme y tan verdadera que la luz se abra camino entre la oscuridad que nos rodea y podamos comenzar a ver.

El Evangelio de hoy tomado de Mt 9, 27-31 nos narra la curación de dos ciegos en Jericó. Y ello ocurre cuando Jesús pasaba por un lugar  después que Él había devuelto la salud de la hija de Jairo. Al sentirlo, le siguieron suplicándole que tuviera piedad de ellos. Gritándoles, le dijeron: "Ten piedad de nosotros, Hijo de David ". Al entrar a la casa, Jesús les dijo: "¿Creen que puedo hacerlo?" ellos contestaron: "Si, Señor". Él  les tocó los ojos y les dijo: "Que suceda como ustedes han creído".   Mt 9, 27-29.

Hermanos, la Fe es un requisito indispensable para el actuar de Dios, pues quien cree en su Palabra, percibe que este es el instrumento que ayuda a transformar todo, da claridad y llena de esperanza. Con ella, poco a poco se le devuelve la vista a los que andan en el mundo como ciegos. 

Este tiempo de Adviento, es el tiempo perfecto donde Jesús viene a nuestros corazones para abrirnos la mente y a curarnos los ojos y sanarnos de todas las cegueras, y así con su gracia, podamos ser capaces de ver y sentirnos cerca de Dios. 

Dejemos pues que Dios penetre en lo más profundo de nuestro ser y nos ayude a recobrar la vida.

Señor, danos la luz de una fe viva, ardiente y luminosa. Toca nuestros corazones  para que abramos los ojos de nuestro espíritu y podamos conocerte y amarte por siempre. Señor, ponemos en Ti toda nuestra confianza.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:08 a.m. | Permalink |


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