sábado, septiembre 24, 2022

"Señor, tu has sido nuestro refugio de generación en generación"...Salmo 90.

REFLEXION DEL EVANGELIO DE HOY

Sábado 24 de Septiembre del 2022

Tenían miedo de la Cruz. El mismo Pedro, después de esa confesión solemne en la región de Cesarea de Felipe, cuando Jesús dice esto otra vez, reprendía al Señor: '¡No, nunca, Señor! ¡Esto no!' Tenía miedo de la Cruz, pero no solo los discípulos, no solo Pedro, ¡el mismo Jesús tenía miedo de la Cruz! Él no podía engañarse, Él sabía. Tanto era el miedo de Jesús que esa tarde del jueves sudó sangre; tanto era el miedo de Jesús que casi dijo lo mismo que Pedro, casi... «Padre, aparta de mí este cáliz. Pero que ¡se haga tu voluntad!» ¡Esta era la diferencia!". La Cruz nos da miedo también en la obra de evangelización, pero está la regla que el discípulo no es más grande del Maestro. Está la regla que no hay redención sin la efusión de la sangre, no hay obra apostólica fecunda sin la Cruz.


En el Evangelio de hoy tomado de Lc 9, 43b-45, Jesús le comunica a sus discípulos por segunda vez el anuncio de su pasión y muerte en una cruz. 

Les dice: "Presten atención a estas palabras: "El Hijo del Hombre va a ser entregado en mano de los hombres". Lc 9, 43b-44. Y como lo comunica el texto, ellos no entendían este asunto y esas palabras les produce desconcierto, frustración y miedo; y no se atrevían a hacerle ninguna pregunta.

Y es que cuando nos hablan de la Cruz; y que te hay que aceptarla, nos da miedo. Y Jesús como humano no podía engañarse a sí mismo, pues era tanto lo qué sentía que en esa tarde del Jueves anterior a su pasión sudó sangre y le pidió a su Padre-Dios que alejará de Él ese cáliz.

Hermanos, hablar de la muerte, no es fácil para nadie porque enfrentarse a ella, causa miedo. Hoy Jesús nos enseña que la cruz, aunque es dura y pesada, tenemos que aceptarla con Fe, Firmeza, Decisión y Confianza; abandonándonos en las manos de Dios.

No tengamos miedo y fortalezcamos mucho más nuestra Fe en la Divina Providencia, pues nadie más  vela y se preocupa por nosotros. 

Señor, alegre por este nuevo día, vengo a tus pies en adoración y alabanza, con un corazón agradecido, dolido por ofenderte, pero con la disposición de continuar avanzando de tu mano y proclamar con el salmista: *Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación*.  Refugio mío y de todos los que creen que estás vivo, que confían en tus promesas, que escuchan la buena noticia de tu Palabra, que no solo son oidores sino hacedores de ella. Refugio de nuestra familia, descendencia de generación en generación, de todo el que se une a esta oración y con corazón contrito y humillado te busca, es testigo de tu obra y te da gloria con su testimonio. Con la alegría de saber que eres nuestro Refugio y agradecidos por el regalo de mamita María, recibimos tus bendiciones en el Nombre de Jesús.

 
posted by Laureano García Muentes at 6:14 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>