"Inclina el oído y escucha mis palabras "...Salmo 17.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Lunes 26 de Septiembre del 2022
¡En cuantas ocasiones queremos ser más que los demás! Los más
altos, los más guapos, los más inteligentes, los más buenos, en fin, los
mejores en todo. Nuestro afán de protagonismo no tiene límite, estar por encima
de todo el mundo, y no queremos asumir que lo más importante en la vida es
vivirla con naturalidad, aceptando nuestras carencias e intentando superarlas,
y poniendo nuestras virtudes al servicio de los demás.
La actitud de Jesús ante esta situación es decisiva, pone a un niño en medio de ellos y les invita a ser sencillos y humildes como el niño, pues así el más pequeño será el más importante, ya que el ejemplo que les pone no admite discusión: “el que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí, y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado”.
En el Evangelio de hoy tomado de Lc 9, 46-50 se muestra de manera evidente una discusión entre los discípulos de Jesús sobre quien de ellos, sería el más grande e importante en el Reino de Dios y Jesús, sabiendo lo que a ellos les preocupaba, acercó a un niño, lo colocó junto a si y les dijo: "Quien recibe a este niño en mi nombre, a mi me recibe; y quien me recibe a mi recibe al que me envió. El más pequeño de todos ustedes, ése es el mayor" Lc 9, 46-48
Se hace evidente entre los discípulos los celos y las ambiciones por ocupar los primeros puestos y planeaban reclamarle a Jesús un lugar de privilegio dentro de su reinado.
Pero, Él se les adelanta y les da una magistral lección: " Les aseguro que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de Dios"
Es esta una gran enseñanza que nos transmite hoy a ti y a mi que estamos realizando el seguimiento: No estar llenos de ambiciones, ni de orgullo por alcanzar reconocimientos u honores. Jesús conoce perfectamente nuestros corazones y sabe muy bien lo que pensamos y sentimos.
Con ello, hermanos, Jesús nos está invitando a trabajar por el bien sin importar a qué grupo pertenecemos sin buscar rivalidades.
Pidámosle al Espíritu Santo que nos haga unos verdaderos discípulos llenos de amor, de alegría y sobre todo de una gran humildad como la de un niño.