domingo, septiembre 25, 2022

"Alaba, alma mía, al Señor"...Salmo 146.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Domingo 25 de Septiembre del 2022

Hoy tenemos otra de las grandes parábolas de Jesús: la del pobre Lázaro y el hombre rico de banquete diario. Sabemos –porque lo hemos visto varias veces- que las parábolas no son historias inocentes, sino historias críticas, que tienen rupturas narrativas y lógicas. Y en ellas se encierran las mayores enseñanzas de la parábola.

La mayor ruptura que hay en esta parábola es precisamente que el hombre rico no tiene nombre, mientras que el pobre tiene nombre; se llama Lázaro. ¿Qué hay en ello? Una fuerte ruptura, que no es ruptura de la lógica ni narrativa, como en otras ocasiones, sino social. En aquel mundo los que tenían nombre –nombre y apellido- eran los ricos; los pobres no tenían nombre. Y resulta que Jesús rompe esta costumbre –que era prácticamente ley- y hace exactamente lo contrario: le da nombre al pobre y al rico lo deja sin nombre. Pone al revés la práctica habitual de aquel mundo. Así, son las cosas del Reino de Dios. 

El Evangelio de hoy tomado de Lc 16, 19-31 nos presenta la parábola del Rico Epulón y el pobre Lázaro donde Jesús pide a sus seguidores a tomar conciencia de lo que significa ser un auténtico discípulo.

Dice el texto del Evangelio que Jesús utilizando una parábola, le dice a los Fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro que estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico y lo enterraron. Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritó: –Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. Pero Abrahán le contestó: –Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces." Lc 16, 19-25.

La exhortación que proclamaba Jesús está enfocada a la vivencia de la solidaridad con aquellas personas que lo necesitan todo y que viven olvidados de la sociedad en situación de pobreza. 

Se hace entonces necesario que miremos algo muy importante en el Evangelio: El hombre rico no fue capaz de ver ni de escuchar las súplicas del pobre Lázaro, quien hambriento, estaba echado a la puerta de su residencia y ansiaba saciar su hambruna con las migajas que caían de su mesa. 

Podemos observar en esta parábola, a ese hombre rico que muestra una actitud egoísta y sus ínfulas de adinerado; a él, no le importa otra cosa sino ese dinero que posee olvidándose de su sensibilidad para mirar a los demás con afecto.

Hoy Jesús nos está invitando a que rechacemos estos estilos de vida y aprendamos a descubrir en estas situaciones el llamado de salvación y conversión, a las que con insistencia nos invita  como Hijo de Dios. 

Hermanos, no podemos olvidar que de Dios hemos recibido bienes y talentos para vivir y servir a nuestros hermanos; y estos, son los medios o herramientas precisas que nos ayudan a hacer conocer a otros el espíritu salvador de Jesús.

Señor, ayúdanos a ser consciente de que estás siempre a nuestro lado, de que cada oración es un nuevo encuentro contigo, nuestro Mejor Amigo. Señor, Tú sabes que somos débiles y que muchas veces nos olvidamos de ti, buscando nuestra satisfacción en las cosas de este mundo. Sabes que solemos pensar en nosotros mismo, en nuestros planes, en nuestros gustos, en nuestra voluntad. Por eso, te pedimos, Señor, que cambies nuestro corazón de piedra en uno de carne y hueso, para así cumplir la misión de ser sal de la tierra y luz del mundo.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:00 a.m. | Permalink |


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