"En el día de la gracia, escúchame, Señor"...Salmo 69.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Dice el texto del Evangelio, que, el tetrarca Herodes escuchaba de la gente sobre la fama de Jesús, entonces, le dijo a sus servidores: "Este es Juan Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él los poderes milagrosos". Herodes había hecho arrestar a Juan, encadenarlo y meterlo en prisión por instigación de Herodías, esposa de su hermano Felipe. Ella inducida por su madre, pidió: "Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se sintió muy mal; pero, por el juramento y los convidados, ordenó que se la dieran; y así, mando a decapitar a Juan en la prisión. La cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la joven; ella se la entregó a su madre. Vinieron sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; después fueron a contárselo a Jesús. Mt 14, 1-12.
El Herodes del que habla este Evangelio de hoy es Antipas, hijo de Herodes el Grande, él, en una ocasión viajó a Roma y conoció a Herodías mujer de Filipo hijo de Herodes el Grande con quien sostuvo una relación ilegal: El adulterio. Y ello, iba en contra a la ley.
Juan Bautista sonaba repetidamente por la ciudad condenando ese adulterio. Herodías lo odiaba y no veía la hora de mandarlo a matar.
Antipas, inducido por su amante fue encarcelado y cuando llegó la fecha del cumpleaños del rey, en el ambiente festivo y la euforia del mismo, juró darle a Salomé la hija de Herodías, lo que pidiera y así, pide la cabeza de Juan Bautista.
Hermanos, estas escenas aún hoy se repiten. Cuantos asesinatos se realizan cuando personas se atreven a denunciar situaciones de los poderosos por salir en defensa de los más golpeados por las injusticias y la opresión.
Ellos dejando miedos a las injurias y calumnias expresan abiertamente sus descontentos ante el dolor físico y mental de la gente.
Cabe entonces preguntarnos: A la luz del Evangelio ¿en qué sentido ejercemos influencia sobre los más pobres y necesitados? Recordemos que todos debemos estar siempre dispuestos por amor a Jesús a ser testigos intrépidos del Evangelio, incluso hasta dar nuestra propia vida por Él.
Señor Jesús, ayúdanos a estar atento a la llamada que nos haces a través de los acontecimientos y las personas; que confiemos siempre en tu perdón y en nuestra capacidad de rehacer la vida.