"Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu Reino "...Salmo 145.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Martes 17 de Mayo del 2022
Jesús distingue sabiamente entre la paz que Él da y la que da el "orden
establecido".
La paz de este mundo se basa en el equilibrio de fuerzas y está basada, por
tanto, en el principio de la "violencia controlada", que, como
sabemos, con tanta frecuencia se descontrola. Por eso Jesús
afirma que Él no da la paz como la da el mundo. La paz, que ha de ofrecer el
cristianismo, se basa en que hay hombres que toman en serio la presencia de
Jesús en ellos y entre ellos. En hombres así, el corazón no tiembla ni se
acobarda. Sólo así se anula la raíz de la violencia.
En el Evangelio de hoy tomado de Jn 14, 27-31a, Jesús sigue manifestando a los discípulos su despedida ante su pronta pasión y muerte en una cruz. Su deseo es incitarles a tener presentes unas recomendaciones muy importantes.
Así les dice según el texto del Evangelio de hoy a sus discípulos: "La paz les dejo, mi paz les doy y no como la da el mundo. Que no turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis." Jn 14, 27 - 29
La Paz de Jesús es fruto de su Pascua y fruto de su amor por la humanidad. Es la Paz del Resucitado fruto de la victoria del amor de Dios sobre el mal; es, una paz que no teme a la muerte para hacer florecer la justicia.
Hermanos: Hoy Jesús nos afirma en este Evangelio que el demonio no tiene ningún tipo de poder sobre Él, que muere en una cruz de manera libre para que con ella aprendamos que lo más importante es Amar a Dios y ello significa: Cumplir con los mandamientos.
Digámosle hoy al Señor: Jesús, tú eres la auténtica fuente de paz, puesto que ni el mundo, ni los problemas, ni las dificultades nos la pueden arrebatar si tú estás presente en nuestros corazones.
Bendito seas mi Jesús por dejarnos tu paz, una paz que no tenemos que conquistarla sino recibirla, una paz ganada para nosotros en la cruz; una paz que solo se consigue con amor, servicio, entrega y compromiso; una paz que hoy llega con Jesús a los enfermos, desterrando de ellos todo miedo y angustia, temor y desesperación; tristeza y soledad. Una paz que trae sanidad.