"Aclama al Señor, tierra entera"...Salmo 100.

Sábado 21 de Mayo del 2022

La advertencia de Jesús en este Evangelio de hoy esta dirigida a sus discípulos donde les previene sobre el odio y el rechazo del mundo que tendrán enfrente y les explica sobre ese odio que se genera en el mundo hacia la comunidad cristiana es consecuencia lógica de una opción de vida: los seguidores del Evangelio no pertenecen al mundo, y éste no puede aceptar a quien se opone a sus principios y opciones. Los creyentes, en virtud de su opción de vida a favor de Cristo, son considerados como extraños y enemigos. 

Hoy en el Evangelio de Jn 15, 18-21, Jesús Resucitado se le presentó a sus discípulos y les habla de sus realidades refiriéndose a todo aquello que va en contra a los principios de Dios. Y les dice: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia." Jn 15, 18-19.

Jesús no les habla del mundo, como ese lugar malo del que tenemos que huir, sino a todo aquello que se entreteje en él y que lleva a los hombres a apartarse de Dios.

Es la manera de pensar y de actuar. Es del sistema que estructuran las relaciones humanas que hombre ha ido creando y que van en contra posición a los valores del Reino que ha anunciado Jesús. 

Hoy Jesús se muestra tajante ante estas actitudes morales y nos recuerda estas sus Palabras: "No se puede servir a dos señores ". Y advierte: "Si pertenecieran ustedes al mundo, el mundo os amaría " porque el mundo favorece y embelesa a lo que es suyo.

El mundo hermanos, tiene como todos sabemos, muchos atractivos que desordenan nuestras costumbres y conductas, confundiendo nuestras conciencias y lo que idolatramos, sacrificando con ellas, voluntades, tiempo, familia y reputación.

Hermanos: Quienes nos consideramos seguidores fieles al Maestro no podemos ser del mundo porque nuestra Identidad está centrada en Cristo Jesús.

No busquemos pues los halagos y los favores del mundo porque ellos nos comprometen, enmudecen y hacen caer en los placeres y cosas propias del mundo.