sábado, abril 16, 2022

"La Misericordia del Señor llena la tierra"...Salmo 33

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Sábado 16 de Abril del 2022

La Resurrección es un hecho que a muchos cristianos no les interesa, porque no creen en ella, ni tampoco esperan nada de semejante enseñanza, que -de ser verdad- afectaría a la "otra" vida, no a "esta" vida. Y son muchos los que ni creen en esa otra vida, ni se les ocurre pensar que después de la muerte ellos mismos seguirán viviendo. Sin embargo, aquí nos encontramos ante una realidad cuya importancia nunca podremos entender, ni siquiera intuir. La Resurrección es un hecho. Pero se trata de un hecho que sólo es perceptible y aceptable por medio de la fe.

El Evangelio de hoy tomado de Lc 24, 1-12 nos relata los episodios que fueron vividos por los discípulos de Jesús después de haber presenciado con asombro la  crueldad del régimen imperante, la crucifixión de su Maestro.

Habían pasado la noche del viernes al día sábado en vela. Fue una noche de mucho dolor y temor porque pensaban que ellos, sus amigos, correrían con igual suerte. Y se encerraron en el  Cenáculo.

Durante el día sábado, todos estaban tristes pensaban que la muerte había acabado con sus esperanzas. Las mujeres preparaban sus perfumes para ir a ungir el cadáver de Jesús al despuntar el día domingo, pero se preguntaban entre si: "¿Como haremos para entrar  al sepulcro?, ¿Quién nos removerá la piedra de la  tumba?" 

Ellas, salieron de madrugada y al llegar al sitio encontraron corrida la piedra del sepulcro y entraron en él,  pero no estaba el cadáver de Jesús y se pusieron a llorar desconcertadas porque creyeron que lo habían robado. Miraron al alrededor y vieron dos hombres con vestidos brillantes y ellos le dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite" Y ellas recordaron aquellas palabras.

Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Lc 24, 1-9.

Hermanos, en este Sábado Santo estamos invitados a acompañar a María Magdalena al sepulcro, a ese lugar donde está simbolizada la muerte y el silencio humano. 

Nos enmudecemos y sentimos impotencia. Hagamos silencio en nuestra vida diaria y agitada, contemplemos unos instantes esos momentos difíciles que María Magdalena y las otras mujeres vivieron.

Miremos algo muy importante: Dios trabaja y sin saber nosotros cómo hace las cosas y construye el misterio de su Hijo que afianza la Fe y da apertura a un nuevo horizonte de la nueva vida: La Resurrección

¡¡¡Jesucristo ha Resucitado!!! ¡¡¡En verdad ha Resucitado!!!.

Creer en la Resurrección es creer en Dios y es creer también en nosotros mismos. La Resurrección  de Jesús es la primicia de que en la muerte se nace para la vida nueva y abundante. La muerte ha sido vencida y ha sido transformada por medio del Dios que Jesús defendió hasta la muerte en una cruz.

Señor, en este día sólo hay soledad y vacío, ausencia y silencio: una tumba, un cuerpo sin vida y la oscuridad de la noche. Ni siquiera Tú eres ya visible: ni una Palabra, ni un respiro. Estás haciendo reposo absoluto. ¿Dónde te encontraré ahora que te he perdido? Voy a seguir a las mujeres, me sentaré también junto a ellas, en silencio, para preparar los aromas del amor. De mi corazón, Señor, extraeré las fragancias más dulces, las más preciosas, como hace la mujer, que rompe, por amor, el vaso de alabastro y esparce su perfume. Y llamaré al Espíritu, con las palabras de la esposa repitiendo: “¡Despierta, viento del norte, ven, viento del sur! ¡Soplad sobre mi jardín!”  

 
posted by Laureano García Muentes at 5:25 a.m. | Permalink |


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