"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Salmo 22.

Domingo 10 de Abril del 2022

Entra Jesús en la ciudad, sobre un asno: rechazando todo triunfalismo, rechazando imponerse, o aprovecharse de tantos que le apoyan y aclaman rechazando cualquier tipo de violencia, llega «en son de paz» rechazando las expectativas de la gente, que aguardan un Mesías Libertador. Dios no llega como quisiéramos, como nos gustaría que llegara... No es un político populista, que se aproveche del desencanto de las gentes. Por eso, este asno que ha elegido Jesús ciertamente nos estorba ya que nos obliga a renunciar a nuestros sueños de grandeza, de triunfo, de ser muchos y con influencia para alcanzar nuestros nobles objetivos...

Jesús mismo fue claro ante tantos comentarios y malos entendidos y les dice: "Los reyes de los paganos los dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar  bienhechores. Pero ustedes no hagan eso, sino todo lo contrario: Que el mayor entre ustedes actúe como si fuera el menor, y el que gobierna, como si fuera un servidor" Lc 22, 25-26.

Pero así fueron las cosas: Las autoridades judías y representantes del mayor imperio del mundo en esa época, decidieron silenciarle, y la misma multitud que le habían aclamado a su llegada a Jerusalén, fue la misma que cinco días después le gritaba ¡"Crucifícalo, Crucifícalo"! y ni Pilato lo pudo evitar. 

Al leer el relato de la Pasión de nuestro Salvador Jesús, nosotros sus seguidores, no nos sentimos unos héroes ni mucho menos triunfadores, sino adoloridos por ese hombre que moriría en una cruz por todos nosotros.

Que hoy cada unos de esos momentos vividos por Él y cada Palabra que salió de su dulce voz sea esa fuerza entrañable que nos ayude a liberarnos de todos nuestros temores y pecados.

Entremos pues a vivir esta semana Santa con actitud humilde y con un profundo arrepentimiento de nuestra culpas.