"Yo soy el Señor, Dios tuyo: Escucha mi voz"...Salmo 81
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Viernes 11 de Febrero del 2022
Jesús nos invita a vivir con Él, a ser sus discípulos y para ello siempre está dispuesto a curar todo aquello que nos impide seguirle en plenitud. En el Evangelio de hoy el Señor Jesús cura a un sordomudo, y en él quiere curar también éstas dos enfermedades del espíritu que nos impide ser verdaderos discípulos del Señor: la sordera y la mudez.
El Evangelio de hoy tomado de Mc 7, 31-37 nos narra un singular milagro de Jesús que solo lo relata Marcos en los Evangelios Sinópticos: La curación de un sordomudo"
Y ello ocurre, cuando Jesús emprendía su camino de Tiro, para pasar por Sidón y dirigirse al mar de Galilea.
Dice el texto del Evangelio que: "A Jesús le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le pidieron que le impusiera las manos. Él, apartándolo de la gente, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá» (esto es: «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos."
Pero miremos algo muy importante: lo que Jesús quería demostrar con estos gestos, era otra cosa: Provocar en el hombre sordomudo la confianza y la esperanza mediante la Fe para su curación, ya que él, no podía escucharle.
Hoy la Palabra nos invita a que nos dejemos curar por Jesús de la sordera y todas aquellas resistencias que nos impiden seguir avanzando responsablemente en nuestro compromiso de seguidores del Salvador.
Jesús nos pide abrirnos a la vida, a la Fe, a vivir el encuentro con los demás y de manera especial con los más necesitados, a dejar la frialdad y las limitaciones para construir relaciones más fraternas con los demás.
Digámosle hoy a Jesús: Señor, cuando no escuchó, ni entiendo las necesidades de los demás, estoy siendo un sordo. Cuando me convierto en criticó a los demás y pronuncio palabras ofensivas para beneficio de mi mismo me hago el mudo. Hoy te pedimos que nos ayudes a que este Evangelio nos haga crecer en la Fe y la Confianza para curar las malas acciones y pensamientos que destruyen y así, nos podamos convertir en verdaderos testigos de tu amor.
Señor, aunque ni sordo ni mudo pareciéramos, porque no te escuchamos, ni hablamos a los demás de la experiencia que hemos tenido de tu amor. Permite que tu Espíritu Santo nos inspire para que saque todas las fuerzas de voluntad y seamos siempre testigos fieles de tu amor. Jesús, confíanos en tu infinito amor, haz que nuestros corazones sean semejante al tuyo.