"Misericordia, Señor, hemos pecado"...Salmo 50.

Viernes 28 de Enero del 2022

La semilla es símbolo de la palabra de Dios, cuya fecundidad es invocada por esta parábola. Así como la humilde semilla se desarrolla en la tierra, así la Palabra obra con la potencia de Dios en el corazón de quien la escucha. 

En el Evangelio de hoy tomado de Mc 4, 26-34, podemos notar a Jesús preocupado por tanta incomprensión a su mensaje y toma de la vida cotidiana dos aspectos sencillos para dar a entender como ha de ser el crecimiento de la Fe y lo compara con una semilla. Y les dice a la gente: El Reino de Dios es como el grano que el hombre echa en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo" Mc 4, 26-27. 

Con estos versos les quiere explicar que La fecundidad de la semilla se realiza sola sin que sepamos como. La voluntad, la decisión y el cuidado que se le de, hace que ella fecunde y crezca sola.  Así, de las cosas más pequeñas, surge con fe, la vida. 

Jesús con esta experiencia del campo, quiere enseñarnos que primero hay que aprender a sembrar y no a cosechar y obtener de inmediato los resultados. De allí, se nos hace supremamente necesario entrar en la lógica de la paciencia para esperar los mejores resultados de la buena siembra. Pues no podemos vivir ansiosos o pensando en mostrar resultados exitosos e inmediatos de una, sino que tenemos que entender, que el Reino de Dios es como una pequeña semilla que al caer en tierra germina y crece lentamente y cuando menos se espera es ya un arbusto que produce frutos abundantes.

Nuestro papel de Sembradores es hacer crecer la semilla para que nazca y dé los mejores frutos.

Ese es nuestro papel y no es el papel de Dios. 

Ven, Espíritu Santo, guía esta oración para que se convierta en esa semilla que fructifique en obras buenas. Creemos, esperamos y te amamos, haz que nuestra fe crezca, nuestra esperanza se fortalezca y nuestra caridad se multiplique.