"El Señor ama a su pueblo "...Salmo 149.

Juan Bautista estuvo por encima de aquellas envidias y rivalidades, propias de gente que utiliza las prácticas religiosas, no para ser útil a los demás, sino para provecho propio. Juan Bautista era un hombre cabal. Y por eso se limitó a repetir, una vez más, lo que era la pura verdad: él no era el Mesías, él no apetecía estar ni siquiera a la altura de Jesús.

El Evangelio de hoy tomado de Jn 3, 22-30 nos presenta a  Jesús y Juan Bautista bautizando al mismo tiempo en distintos lugares del río Jordán. Jesús en Judea y Juan en Enón. 

Los discípulos de Juan según el texto, estaban celosos y molestos porque Jesús estaba bautizado y mucha gente acudía donde Él. Entonces Juan les explica su relación con Jesús comportándose con el amigo que lleva al novio a la boda y se alegra que este, ocupe su lugar y realice su Misión. 

Juan sabe cual es su lugar y ello, lo tiene muy claro y les dice: "Yo no soy el Mesías. Él en cambio es una voz que anuncia en el desierto. Preparen el camino".

La Fe de Juan Bautista es una Fe ejemplar y por lo tanto, es un modelo a seguir para todo aquel que desee seguir a Jesús. 

Miren él acepto sin reserva alguna su papel: Ser testigo del Reino para conducir a muchos al encuentro con Jesús, él, permaneció fiel hasta su muerte. 

Una buena lección recibimos hoy de este hermoso Evangelio: Cuanto más seamos humildes podremos ser verdaderos discípulos del Salvador y nuestros testimonios serán como estrellas titilantes en el universo para conducir a muchos al encuentro verdadero con Jesucristo. 

Gracias, Señor. Creo en Ti, espero y confío en tu misericordia, te amo y quiero agradecerte el don de Ti mismo. Ayúdame a amarte como Tú me amas.