viernes, enero 07, 2022

"Glorifica al Señor,  Jerusalén"...Salmo 147.

REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY

Viernes 7 de Enero del 2022

La actividad de Jesús no se presenta en el Evangelio como una actividad «sagrada», sino como una ac­tividad «terapéutica» (curativa). Jesús no se preocupó directamente por suprimir el pecado y los pecadores, sino por remediar el sufrimiento y sus causas. De ahí la actividad, tan repetida, de Jesús en favor de los enfermos. 

El Evangelio de hoy tomado de Lc 5, 12-16 nos narra uno de los milagros que efectuó Jesús delante de mucha gente quienes quedaron impactados debido a las circunstancias prohibitivas que lo rodeaban, puesto que para ellos, los enfermos y leprosos les era prohibido acercarse a la gente porque  eran considerados impuros.

Dice el texto del Evangelio, que estando Jesús en un pueblo de Galilea, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al verle, se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". El extendió la mano, le tocó, y dijo: "Quiero, queda limpio". Y al instante le desapareció la lepra. Y él le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: "Vete, muéstrate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés para que les sirva de testimonio" Lc 5, 12-14.

Y es que los milagros que realizaba Jesús eran signos para demostrar el poder de Dios, y la curación del leproso de hoy, es por tanto muy significativa, pues esta es comparable con la resurrección de un muerto: Así lo vemos: Lo levanta y libera de todo mal. Si, Jesús lo toca y le cura. 

De este acontecimiento, vale la pena  resaltar cuan importante es la eficacia que tiene la oración, pues en ella va involucrada la súplica ( Señor, si quieres, puedes limpiarme)porque quien pide necesita y si necesita, busca y llama a pesar de encontrar  las puertas cerradas. 

Podemos entonces concluir que para obtener de Jesús algo extraordinario tenemos que buscarlo con toda humildad, confianza, fe y oración sin olvidar que hay que ser perseverantes en la suplica ( oración).

Pidámosle a Jesús que nos ayude a no ser indiferentes al dolor, al sufrimiento de nuestros hermanos. Que cada día aprendamos de Él sus prácticas y perdamos el miedo de acercarnos a los que están clamando justicia para así, sembrar vida nueva  y fraterna. 

Señor, venimos ante ti como el leproso del Evangelio. Estamos necesitados de tu gracia. Tócanos y sánanos de todas nuestras lepras: el egoísmo, la soberbia, la vanidad, la autosuficiencia. Creemos, confiamos y te agradecemos tu misericordia que pueda transformar nuestro endurecido corazón.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:31 a.m. | Permalink |


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