"Cielos, destilad desde lo alto al justo, las nubes lo derramen"...Salmo 84.
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Y es que Juan Bautista como muchos de los religiosos judíos tenía la idea que el Mesías esperado llegaría de la forma como el pueblo anhelaba: un guerrero que invitaría a vivir la conversión cambiando normas y las leyes establecidas.
En el texto del Evangelio, Juan Bautista estando preso en la cárcel oye que Jesús estaba presentando a un Dios diferente al que él anunciaba, pues lo proclamaba cercano y compasivo por los más necesitados e invitaba a conocer el Reino de Dios.
Ante esta situación toma la decisión de enviar a dos de sus discípulos a preguntarle: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?". Los hombres se presentaron ante él y le dijeron: "Juan el Bautista nos ha mandado a ti para decirte: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?”. En aquella hora Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista. Y respondiendo, les dijo: "Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Y ¡bienaventurado el que no se escandalice de mí!" Lc 7, 19-23.
De esa manera Jesús les responde con hechos y obras para demostrarles de dónde procedía su identidad.
Nos equivocamos cuando creemos que Jesús como Mesías vino a juzgar y a ajustar cuentas, separando a los buenos y a los malos; a estos últimos, castigarlos con dureza. No, Jesús nos vino a entregar la verdadera cara de un Dios bueno que siente amor y tiene misericordia por todos por igual.
Preguntémonos: ¿Cómo estoy viendo y sintiendo a Dios?
“Señor, que no nos domine el ensimismamiento que me aleja del don de tu proyecto de vida, sino que, plenamente abiertos a Ti, podamos gustar y disfrutar de tu nueva vida”.