"Misericordia, Señor: hemos pecado"...Salmo 50
REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Martes 3 de Agosto del 2021
Pedro es símbolo, pero no precisamente de las mejores actitudes, sino del miedo, de la falta de fe y... al final, de la plegaria, de la apertura a Jesús y a su poder de salvación.
El Evangelio de hoy tomado de Mt 14, 22-36, nos narran los sucesos y detalles ocurridos después que Jesús realizó la multiplicación de los panes.
El texto nos dice: " Después de que la gente quedó saciada, Jesús mandó a sus discípulos a embarcarse y se adelantaran a ir a la otra orilla. Mt 14, 22.
Los discípulos iban ya muy lejos de tierra y fueron sacudidos por un viento contrario con olas muy fuertes. Jesús se les acercó caminando sobre el lago y ellos viéndole andar sobre las aguas se asustaron y gritaban de miedo pensando que era un fantasma. Jesús les dijo: "¡Soy yo, no tengan miedo!". Pedro le respondió: "Si eres tú, mándame ir por el agua a ti" y Jesús, le respondió "¡Ven!". Él fue, pero al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y empezó a hundirse y gritó: "¡Señor, sálvame!", Jesús lo tomó de la mano, lo sostuvo y le dijo: "¡Hombre de poca fe ¿Por qué dudaste?..." Mt 14, 24- 31.
En este contexto podemos percibir que los discípulos viven una travesía difícil en una barca frágil en el mar de Galilea. Jesús se acerca a esa barca caminando sobre la tempestad y ellos no le reconocen por estar viviendo la zozobra de la noche tormentosa y creen que es un fantasma.
Él les pide que tengan Ánimo y no tengan temor porque Él está ahí con ellos.
¿Cuántas veces de cara a este Evangelio nos vemos viviendo estas situaciones y no nos percatamos de que Jesús está a nuestro lado? ¿Cuántas veces como a sus discípulos Jesús nos ha llamado a vivir una aventura como esta e inclusive a caminar sobre las olas encrespadas? ¿Cuántas veces por no tener una absoluta confianza en Dios y una Fe firme sentimos que no somos capaces y sentimos que nos hundimos?.
Gritar es nuestra solución, si gritar con fuerza a Jesús como nuestro Salvador y pedirle ¡Sálvame! Agárranos para no hundirnos.
Vivir experiencias como estas y sentir que hemos sido salvados permanecen por siempre en nuestros corazones y son las bases para brindar a otros el testimonio de un encuentro cercano con el Resucitado.
Los invito a que reavivemos nuestra confianza en Jesús y no dudemos tanto para buscarlo y encontrarlo en medio de nuestros mares turbulentos.
“Señor Jesús, necesitamos sentirte presente en nuestras vidas y cogerte de la mano que nos sostendrá y no permitirá que nos hundamos en las aguas turbulentas de la desconfianza”.