REFLEXION AL EVANGELIO DE HOY
Domingo 29 de Noviembre del 2020
JESUS NOS PIDE ESTAR ATENTOS Y VIGILANTES PARA ESPERAR AL DUEÑO DE NUESTRA CASA.
"Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve"..."Pastor de Israel, escucha; tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos"...Salmo 79.
Hoy se inicia un nuevo año litúrgico y para ello, la iglesia celebra cuatro semanas que nos prepara a todos para vivir la llegada del Salvador, es decir, la Navidad.
Este tiempo está dividido en cuatro semanas y en estas, se invita a reflexionar todos los momentos que hemos vivido en el año que termina y para meditar y vivir lo que ha de significar para cada uno de nosotros, el Nacimiento de Jesús.
Adviento quiere decir tiempo de espera para recibir a alguien que está por llegar y se hace de manera personal, familiar y social.
El Evangelio de hoy es tomado de Mc 13, 33-37 y en él, podemos ver que Jesús invita a sus discípulos a estar Atentos, a estar despiertos y vigilantes para esperar nuestro último momento; Él así lo dice: "Estar atentos, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento". Mc 13, 33.
Hace hoy una semana que celebramos la Solemnidad de Cristo Rey y con este primer domingo del Adviento nos prepara con gozo nuestra disposición a recibir al Hijo de Dios en el portal de nuestros corazones.
Jesús nos recuerda que tenemos que estar preparados y atentos porque no sabemos el día en que llegará el dueño de nuestra casa que puede ser, por la madrugada, al medio día o a medianoche.
Es el momento para abrir nuestros corazones y adecuar ese lugar donde se posará; y eso nos exige un examen de nuestra conciencia para saber dónde hemos fallado, el saber pedir el perdón a Dios y a nuestros hermanos por las ofensas, malos tratos o engaños que hemos cometido y así, hacer el propósito de la enmienda y pedir la Misericordia de Dios.
También este tiempo nos invita a estar atentos a las injusticias y desigualdades de los que sufren y a los signos de los tiempos, para descubrir allí, el rostro de Cristo.
Es tiempo de gracia que nos permite cambiar, de hablar palabras que nos unan y que no dividan; a que nos amemos los unos con los otros y a que busquemos el verdadero camino que nos ayude a llegar a Dios.