REFLEXIÓN AL EVANGELIO DE HOY
Sábado 8 de Agosto del 2020
HOY JESÚS NOS INVITA A VENCER NUESTRAS INCREDULIDADES MEDIANTE LA ORACIÓN SINCERA Y HUMILDE SIN ESTAR PENSANDO EN COSAS EXTRAORDINARIAS.
"Contad las maravillas del Señor a todas las naciones"..."Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre "... Salmo 95.Hoy el Evangelio de Mt 17, 14-20 nos muestra un hecho muy trascendental de Jesús al realizar uno de sus milagros, la curación de un joven enfermo de epilepsia que sufría mucho y estaba considerado como poseído por el demonio; éste, había sido presentado a sus discípulos y no le habían podido curar..
Jesús se queja porque aún sus discípulos no estaban totalmente seguros de su fe y les hace ver que "todo se hace posible cuando se cree"
Jesús recrimina a sus discípulos y les dice: " ¡Que generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes y soportarlos?" Mt 17, 17
Miremos algo muy importante:
Quienes estamos siguiendo a Jesús y le mostramos que lo queremos mucho, no nos queremos arriesgar mucho de frente a las circunstancias adversas que sufren nuestros hermanos más necesitados; si, no abrimos nuestros corazones y nos mantenemos muy parcos e inmóviles. Nos sentimos muy acomodados en nuestras seguridades. Tenemos un corazón cerrado y duro creyendo que así como estamos, mantenemos todo bajo control.
En el Evangelio de hoy, vemos como los discípulos se le acercan a Jesús y le preguntan el porqué ellos no lo pudieron hacer y Él les respondió: " Porque ustedes aún tienen poca Fe" Mt 17, 19-20.
La invitación de Jesús hoy hacia todos nosotros, es esa a vencer la incredulidad y que ella se vence a través de la oración fuerte y humilde sin soñar en lo extraordinario.
La Fe es un don de Dios que como semilla buena, tenemos que sembrar en nuestros corazones, cuidarla durante su proceso de germinación y cuando nazca, hay que cuidarla y regarla con frecuencia para que crezca y de abundantes frutos.
La Fe hay que ejercitarla, ponerla a prueba y alimentarla con la Palabra y la confianza en Dios, los sacramentos y la oración.