REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY
Jueves 2 de Julio del 2020
Jueves 2 de Julio del 2020
JESÚS NOS ENSEÑA A AMAR Y SER MISERICORDIOSO ACOMPAÑANDO Y APOYANDO A LOS ENFERMOS DEL ALMA HASTA LAS ULTIMAS CONSECUENCIAS."
Señor, estoy dispuesto a dejarme sanar por ti, yo creo en ti y se, que tienes el poder para cambiarme
"Los mandamientos del Señor son verdaderos y eternamente justos". Salmo 18.
El Evangelio de hoy es tomado de Mt 9, 1-18; en él, nos narra la sanación de un paralítico postrado en una camilla por parte de Jesús después de cruzar nuevamente el lago y llegar a la ciudad de Gadara al sudeste del lago de Genesaret.
Jesús se encontraba dentro de una de las casas de la ciudad y allí dialogaba y enseñaba a todos los presentes.
Una gran multitud se había volcado sobre la casa y no había paso para dejar entrar al enfermo.
Al paralítico lo cargan y le llevan unas personas que admiraban a Jesús y tenían una gran fe y abren camino de liberación y curación a pesar de todos los obstáculos para colocarlo al frente a Jesús.
Jesús los recibe y ve las capacidades de los que le acompañan para apoyar y acompañar hasta sus últimas consecuencias al enfermo a fin de encontrarle y reconocerlo como el Hijo de Dios, sanador y liberador.
Jesús solo le dice al paralítico: " ¡Animo, hijo! Tus pecados te son perdonados" Mt 9, 2.
Estas Palabras deja perplejos a los Escribas y Fariseos presentes porque ellos, consideraban a todos los enfermos y paralíticos como indignos de Dios y por tanto, eran apartados de la sociedad.
Jesús utiliza un lenguaje cercano y lleno de esperanza y entiende que su actitud no es bien recibida por muchos de los allí presentes, quienes lo critican.
Jesús no mira la enfermedad física de ese hombre paralizado en una camilla; Él mira su enfermedad radicada en su alma que no lo deja levantarse y moverse.
El pecado de la apatía lo tenía postrado.
Jesús mira la Fe del hombre y ayuda a superar las limitaciones para hacer, que quien le busque, se sienta útil y capaz de ponerse en pie, tomar la camilla e ir caminando de vuelta a casa.
Pensemos hoy algo muy cierto en nosotros: ¿Cuantas son las veces que señalamos y condenamos sin justa causa a un hermano?, ¿Cuantas son las veces que nuestras cizaña hacen distanciar, excluir e ignorar a las personas que nos rodean?
Hoy Jesús nos habla del Amor y de la Misericordia un amor que acoge, libera, sana, protege, cuida, reconoce e incluye.
Les invito a que multipliquemos la invitación a leer estos mensajes de Reflexión de la Palabra diaria entre tus familiares y amistades. Todo para la Gloria de Dios