REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY
Lunes 12 de Agosto del 2019
"ME MATARAN PERO RESUCITARE AL TERCER DÍA"
Nuestras gratitudes al Dios que nos regala la vida y nos revitaliza las energías que hacen vibrar nuestros corazones para emprender en cada despertar el camino de un nuevo día. Gracias Señor, tu eres bueno y Misericordioso.
En el Evangelio de hoy tomado de Mt 17.22-27, Jesús anuncia por segunda vez la pasión y la muerte que le espera, pero, llena de esperanza a sus discípulos con el anuncio de su Resurrección: " El Hijo del Hombre será entregado en mano de los hombres que le darán muerte. Pero al tercer día resucitará".Mt 17.22-23.
Que gran tristeza sintieron, ellos, sus discípulos. Jesús moriría y sería no solo eliminado físicamente sino también de la conciencia de sus seguidores. Se daba así, cumplimiento a ese pensamiento maligno que sentían y expresaban las autoridades de esa época en Israel.
Miren, quienes decidimos seguir a Jesús y nos hemos convencido de que para alcanzar las victorias es solo a través de la cruz, por ello, consideramos que la muerte no es una derrota, al contrario, es la forma certera de alcanzar la Resurrección a una nueva experiencia de vida.
Si sentimos temores, desasosiego y nos nos embarcamos en la barca contraria que lleva a la deserción y la desesperanza, Jesús, se ausenta de nuestras vidas como también de nuestras comunidades; y como ovejas sin pastor, andaremos deambulando de redil en redil sin encontrar sentar nuestros sentidos.
Somos nosotros mismos los que nos apartamos de Jesús y no Jesús de nosotros. Es Él, quien toca permanentemente las puertas de nuestros corazones y con su voz suave y amorosa nos dice: "Yo estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo".
"Qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que respetes al Señor, tu Dios; que sigas todos sus caminos y lo ames; que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma; que guardes los preceptos del Señor, tu Dios, y los mandatos que yo te mando hoy, para tu bien" Le dijo Moisés al pueblo. Dt 10.12-13.
Pidámosle al Señor nuestro Dios perdón por nuestra manera de ser y de actuar frente a muchas circunstancias que se nos presentan en el diario vivir y que al cargar las cruces de muchas desventuras y desesperanzas, nos atrevemos levantarnos como Jesús cuando iba en el camino a su crucifixión.