REFLEXIÓN AL EVANGELIO DE HOY
Viernes 02 de Agosto del 2019
Mateo 13.54-58
"¡NO ES ESTE EL HIJO DEL CARPINTERO?"
Bendecido sea el día de hoy en el que Él Señor ha tomado las riendas de nuestras vidas para irnos guiando y llevando a la perfección que desea en nosotros.
"¿No es este el hijo del carpintero?"
Inició la reflexión del Evangelio de hoy que está tomado de Mt 13.54-58 invitando a todos a que realicemos un discernimiento utilizando esta misma pregunta con la que cuestionaron a Jesús en su propia ciudad cuando se puso a enseñarles la llegada del Reino de Dios entre ellos.
Su misma familia y los amigos que convivieron y compartieron su infancia se mostraron asombrados y perplejos al escucharlo hablar y realizar las obras de Misericordia y milagros; y...entre ellos, se preguntaban: "¿De donde saca éste su saber y sus milagros?, ¿No éste el hijo del carpintero?, ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?, ¿Sus hermanos no viven con nosotros?, ¿De dónde saca todo esto?" Mt 13.54-56.
Que recibimiento, cuanta incomprensión e incredulidad mostraron a Jesús sus allegados, su gente, su familia y amigos. Hoy también, nos comportamos así cuando vemos a uno de nuestros cercanos o amigos ejercer su servicio profético de anunciar, denunciar y exhortar a otros a leer, escuchar y vivir un profundo proceso de cambio en sus vidas edificando una familia o comunidad donde se comparta el amor sin discriminaciones, se fomente el diálogo y exista el perdón y la reconciliación.
A muchos nos extrañan sus nuevas actitudes y la vida que han tomado. Les señalamos y criticamos diciéndoles: Mira, quien lo ve a esté, ahora se las tira de santurrIon.
Y es que la gente no entiende como se logra ENCONTRAR EN EL MUNDO EL TESORO ESCONDIDO y ESA PERLA PRECIOSA QUE ES EL REINO DE DIOS y se extrañan de nuestras hazañas que según ellos, están fuera de nuestras capacidades.
Como es de fácil juzgar y señalar. En nuestras culturas tiene más peso y valor los apellidos y la cantidad de dinero que se posee.
Ese mismo error, como lo vemos hoy, también, se vivía en los tiempos de los profetas y del mismo Jesús.
Abramos pues nuestros corazones a la sabiduría de Dios que habita en cada uno de nosotros y no nos dejémonos seducir por las apariencias y deseos que reinan en todos los ambientes del mundo.
Pidámosle al Espíritu Santo que nos dé firmeza y Voluntad para seguir proclamando en todos los lugares del mundo, utilizando todos los medios posibles el Reino del Amor y la Misericordia de Dios sin temor a nada