No podemos guiar a los demás hacia Cristo con éxito, sin una
buena vida de oración.
En el pasaje del Evangelio de Mat 16, 13-19, vemos que Pedro
tuvo una revelación interior para reconocer a Jesús como el Mesías y, luego, el
Señor lo llamó y lo envió a pastorear a otros hacia la misma toma de
conciencia.
Nosotros también sabemos que Jesús es nuestro Señor y el
Buen Pastor como lo describe el Salmo 22. Por lo tanto, nosotros también somos
llamados y enviados a pastorear a las personas que nos encontramos.
Debemos llevarlas a Cristo de la misma forma en que un
pastor conduce a su rebaño.
Pero, ¿qué pasa con las personas que no quieren ser
pastoreadas?
Pedro nos dice cómo hacerlo incluso cuando los demás no
reconocen que es bueno seguir a Jesús: sé un buen ejemplo (1 Pedro 5, 1-4). No
te enseñorees con los que Dios ha puesto en tu vida, porque sólo Jesús es el
Señor. Cuando las personas nos ven, deberían ver a Jesús -- no malas actitudes,
no faltas de amor, no apatía, no discusiones, no depresión o duelo y dolor, no
desesperación y falta de esperanza, no materialismo, no egoísmo.
En otras palabras, tenemos que poner mucho esfuerzo para
vencer nuestras tendencias pecaminosas porque nuestras vidas son el equipo de
trabajo del Pastor, estimulando a las personas a nuestro alrededor. O bien los
llevamos a Jesús y a su rebaño o los empujamos fuera de la vida que Jesús
quiere para ellos.
Las ovejas siguen a su pastor porque así es como encuentran
pasturas verdes. ¿Qué has aprendido durante tu camino espiritual que pueda
beneficiar a otros? Cualquier oasis hacia el cual te haya llevado Jesús se ha
convertido en lugares en los que eres experto. Ahora, tú ya puedes pastorear a
otros hacia los mismos lugares. ¿A quién conoces que necesite descanso de sus
pruebas y sanación de sus heridas? Pastoréalos con lo que tú has aprendido.
Ser un pastor significa que también conoces a los lobos.
Muchas ovejas son ignorantes de los peligros que los acechan, pero se te ha
dado la responsabilidad de cuidarlas del mal. Ya que Jesús está contigo, los
lobos pueden y serán vencidos. No obstante, sólo podrán ser conquistados cuando
estés cerca de Jesús.
No podemos guiar a los demás hacia Cristo con éxito, sin una
buena vida de oración, conocimiento de las escrituras y una santidad siempre en
crecimiento. Y no podemos ser buenos pastores si descuidamos vencer nuestros
pecados, porque si no, estamos jugando con lobos. Debemos cubrir nuestras
vulnerabilidades con la armadura de Dios estando en amistad con Él y
deshaciéndonos de cualquier área de desobediencia.
Ser pastor es riesgoso. Los lobos atacan nuestras
vulnerabilidades. Algunas ovejas se comportan como lobos. Y, a veces,
necesitamos arrepentirnos por haber actuado como lobos nosotros mismos.
En la Iglesia Primado de San Pedro en el Mar de Galilea,
donde tuvo lugar la historia del Evangelio de hoy, hay un aviso que dice:
"Los hechos y milagros de Jesús no son acciones del pasado. Jesús está
esperando por aquellos que aún están listos para tomar riesgos en Su Palabra
porque confían plenamente en Su poder."
Ora conmigo: "Señor Jesús, digo sí a Tu llamado, no
importa cuán arriesgado parezca. Elijo confiar en Tu guía, Tus indicaciones.
¿Qué quieres Tú que haga yo?"
Oración para hoy
Reanima, Señor, a quienes queremos escuchar y seguir a Tu
Santo Espíritu, conforta a quienes formamos Tu Iglesia y que en Ti, seamos
vencedores del mal que la acecha. Amén.
Texto tomado de: Reflexión de las Buenas Nuevas