lunes, octubre 12, 2015
SEAMOS VALIENTES EN EL TESTIMONIO DE SER SEGUIDORES DE JESÚS

Quienes hemos decidido en seguir a Jesús, asumimos la valentía para testimoniar la fe en Cristo resucitado en todo tiempo y lugar donde su amor por Él nos lo inspire, enfrentando con decisión todas las dificultades, contradicciones, aislamientos, ridiculeces,  persecuciones y si es necesaria hasta la muerte si es necesaria en una cruz.

Si, aunque parezca esto exagerado, pero de verdad, cuando nos decidimos  seguirle y serle fiel, le hemos dicho que seremos sus soldados dispuestos a brindar al mundo un verdadero testimonio de su presencia viva y de su evangelio incontenible y transparente, incluso en las peores de las circunstancias que atraviesa la sociedad de hoy.

Confesar y testimoniar a Cristo con valentía han sido una de las recomendaciones que nos hacen sus discípulos más cercanos en las Santas Escrituras.

Es por ello, que hoy por hoy, nosotros los discípulos de Jesús, debemos cuestionarnos a cerca de cómo esta nuestra fe, si es débil como el agua de rosas y tibios o apáticos frente a todas las necesidades y violaciones a las que se enfrentan los hombres en todas las regiones del mundo.

Recordemos que cuando oramos el credo afirmamos ser firmes, constantes y creyentes. Decimos que no negociamos la fe, que ella en nosotros es fuerte. Óigase bien; Si a ella le cortamos un pedazo, retrocedemos y no avanzamos. Entonces, se hace necesario en nosotros, cuanto antes, superar todas esas tentaciones que nos atraen y nos debilitan la fidelidad que juramos al Señor para no vendérsela al mejor postor porque caemos en la  deslealtad.

Sentirse amados por Dios suscita alegría y devolución del amor. Este amor, expulsa el temor, crea libertad y gozo de ser verdaderos hijos de Dios.

Frente a un ambiente social poco favorable a la fe cristiana y, a veces, hostil a la misma, unas de las tentaciones más frecuentes del creyente actual es el miedo que se disfraza del silencio cauteloso. Miren a veces guardamos nuestras creencias y convicciones en las relaciones de amistad, en la vida cívica y social, ante los criterios de la moda, el matrimonio, la familia, la educación.

El cristiano tiene que mostrar decisión y valor de discernir y de confesar sus principios en el dialogo con sus hermanos, con la cultura y con la sociedad de su tiempo, aunque ello conduzca a la perdida de amistades, popularidad e inclusive ingresos económicos.

Su Santidad el Papa Francisco nos destaca hoy la importancia de este valor que hemos de asumir los Cristianos hoy, cuando nos dice: “pasamos ante tantas puertas que invitan a entrar prometiendo una felicidad que dura un instante, que se agota en sí misma y que no tiene futuro. Y preguntó: ¿Por cuál puerta queremos entrar? Y ¿a quién queremos hacer entrar por la puerta de nuestra vida? Y explicó que si bien se trata de una “puerta estrecha” la que nos conduce al Padre, esta puerta, que es el mismo Jesús, jamás está cerrada, sino que siempre está abierta a todos, sin distinción, sin exclusiones ni privilegios”.

De ahí la invitación del Santo Padre a no tener miedo de atravesar la puerta de la fe en Jesús, de dejarlo entrar cada vez más en nuestra vida, saliendo de nuestros egoísmos, de nuestras cerrazones y de nuestras indiferencias hacia los demás.


“SEÑOR, TE AGRADEZCO LA FE. CONSERVA MI FE, HAZ QUE CREZCA. QUE MI FE SEA FUERTE, AUDAZ Y QUE ME AYUDE EN LOS MOMENTOS EN QUE, COMO PEDRO Y JUAN, DEBO HACERLA PÚBLICA. DAME EL CORAJE”.
 
posted by Laureano García Muentes at 7:17 a.m. | Permalink |


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