miércoles, agosto 19, 2015
SOLO JESÚS ES QUIEN NOS LIBERA, NOS PERDONA Y RECONCILIA CON DIOS
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Los invito a que juntos leamos y analicemos el Evangelio de San Mateo (9.1-8) y veamos lo que el Evangelista nos quiere enseñar. Este dice así: “Subiendo Jesús a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: « ¡Animo!, hijo, tus pecados te son perdonados.» Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí: «Este está blasfemando.» Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: « ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"? Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice entonces al paralítico -: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".» Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente temió y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres”

Examinemos: Le presentan a Jesús un paralitico que le traían cargado varios hombres. Resaltemos la fe de aquellos que lo traían cargado pues, es en razón de ellos, de su fe, que Jesús le dice al paralitico: "Tus pecados te son perdonados".

Esto debe hoy hacernos recapacitar en la importancia que tiene la solidaridad de los unos con los otros.

Recordemos que no estamos solos y que todos nos necesitamos para vivir y construir nuestras familias y la sociedad. Preguntémonos: ¿Colaboro para el bien o para el mal de los demás, mis hermanos? Es cierto que el único que puede perdonar los pecados es Dios, pero, es Jesús quien lleva a los hombres al perdón de Dios.

Estos hombres que presentan al enfermo demuestran a Jesús su fe y lo reconocen como el Enviado del Padre. Jesús, que quiere salvar al hombre va a la raíz de todos los males que le aquejan: el pecado, y el milagro de la curación física, se convierte en el sello que confirma a Jesús como el Hijo del Hombre, que carga con nuestros pecados. (Is 53).

Jesús al ver que esos hombres están preocupados por la salud de su hermano, que le buscan a más no poder, que tratan de romper los cercos y de acercarlo lo más que se pueda a  Él; buscan un propósito claro: Encontrar la curación, la reconciliación y la paz.

¡Qué ejemplo de vida que nos dan estos hombres! Allí se marca el sentido eclesial de la Obra de Cristo: La importancia de los sacramentos y más concretamente, el de la confesión. Esa eficacia que tiene y donde se nos muestra la obra redentora de Dios.

Miren, con la confesión logramos la Paz y la reconciliación.

Jesús resucitado se les presento así a sus discípulos y les dijo cuando estaban todos temerosos y asustados por lo que podría suceder con ellos una vez muerto en la cruz: “Reciban mi paz”, Una paz entendida como esa armonía con Dios, con la creación, consigo mismo y con nuestros hermanos.


Ese es el poder de perdonar. Y quien se reconoce como discípulo de Cristo está llamado a ser signo de unidad y de amar a Dios sobre todas las cosas. Entonces, démosle gracias a Dios por ese camino que nos ha enseñado que es El Perdón y a reconocer que siempre estaremos necesitamos de ser purificados por El, para renacer a una vida nueva llena de esperanza y de su amor.
 
posted by Laureano García Muentes at 4:53 p.m. | Permalink |


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