Nuestro Padre Dios, que nos creó
por amor tiene un propósito concreto
para cada uno de nosotros: Vivir esta vida en plenitud; esa vida de la que
Jesús nos habla en el Evangelio de San Juan: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”
(Juan 10,10).
Él desea que vivamos en
plenitud, con la esperanza maravillosa de que todos lleguemos a
vivir la vida eterna después de la muerte.
Él
nos envío a Jesús, su Hijo Unigénito, a
pagar el precio de esa esperanza con su muerte en la cruz. Nos mostró, valor,
entrega, constancia y fidelidad a su Padre; y desea que todos los hombres, sin excepción,
seamos capaces de esforzarnos por alcanzarla, mediante un encuentro personal
con Él, un cambio de vida. ¡Y es que el plan de Dios para nosotros es
maravilloso!
Al leer, por ejemplo, el
Evangelio de San Lucas 19, 1-10, podemos concebir cuán transformante fue el
encuentro que tuvo Zaqueo con Jesús. Su experiencia fue única, tanto, que le
motivó a tomar con total decisión, la corrección del rumbo de su vida. El
entendió que su actuar no era el correcto.
Se subió al árbol y venciendo el
sometimiento humano, decide ponerse cara a cara con el Señor. Su actitud
valiente hizo que Jesucristo le pidiera hospedarse en su casa. Se bajo de sus
seguridades mundanas y lo recibió con profunda alegría.
¡Qué actitud hermosa la de
Zaqueo! ¿Será que hoy nosotros, los que queremos seguir las huellas del
Maestro, tendremos el valor para tomar la misma actitud de ese pequeño hombre?
Percibimos pues, como se nos hace
importante tener una experiencia personal con Jesús. El no tenerla, se nos haría
difícil entender lo que significa el plan divino; es por ello que, tenemos que
darle el lugar preferencial en nuestras vidas.
Amigos, ese mismo encuentro no
solo lo experimento Zaqueo, sino que también lo vivieron los primeros
discípulos de Jesús.
Al revisar la historia de la humanidad apreciamos que esta maravillosa experiencia la han experimentado todos aquellos que, lanzándose a tomar decisiones firmes y libres, dinámicas y profundas, se dejan transformar y estremecer sus vidas asumiendo un propósito firme de jamás ser los mismos.
Al revisar la historia de la humanidad apreciamos que esta maravillosa experiencia la han experimentado todos aquellos que, lanzándose a tomar decisiones firmes y libres, dinámicas y profundas, se dejan transformar y estremecer sus vidas asumiendo un propósito firme de jamás ser los mismos.
Tú que lees estas
líneas, no temas, Dios no te va a rechazar. ¡Inténtalo! No importa lo que hayas
hecho, Dios no quiere tu pecado, pero te ama a ti. Ten fe y con toda confianza pídele
su ayuda colócate en sus manos.
SEÑOR, TU NOS CONOCES Y SABES CUANTAS DEBILIDADES SENTIMOS. FORTALECENOS
Y LLÉNANOS DE TUS GRACIAS PARA PROCLAMAR SIN TEMOR TÚ PALABRA.