martes, noviembre 19, 2013
UN ENCUENTRO QUE TRANSFORMA

Nuestro Padre Dios, que nos creó por amor tiene un propósito concreto para cada uno de nosotros: Vivir esta vida en plenitud; esa vida de la que Jesús nos habla en el Evangelio de San Juan: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10,10).
Él desea que vivamos en plenitud, con la esperanza maravillosa de que todos lleguemos a vivir la vida eterna después de la muerte.
Él nos envío a Jesús, su Hijo Unigénito,  a pagar el precio de esa esperanza con su muerte en la cruz. Nos mostró, valor, entrega, constancia y fidelidad a su Padre; y desea que todos los hombres, sin excepción, seamos capaces de esforzarnos por alcanzarla, mediante un encuentro personal con Él, un cambio de vida. ¡Y es que el plan de Dios para nosotros es maravilloso!
Al leer, por ejemplo, el Evangelio de San Lucas 19, 1-10, podemos concebir cuán transformante fue el encuentro que tuvo Zaqueo con Jesús. Su experiencia fue única, tanto, que le motivó a tomar con total decisión, la corrección del rumbo de su vida. El entendió que su actuar no era el correcto.
Se subió al árbol y venciendo el sometimiento humano, decide ponerse cara a cara con el Señor. Su actitud valiente hizo que Jesucristo le pidiera hospedarse en su casa. Se bajo de sus seguridades mundanas y lo recibió con profunda alegría.
¡Qué actitud hermosa la de Zaqueo! ¿Será que hoy nosotros, los que queremos seguir las huellas del Maestro, tendremos el valor para tomar la misma actitud de ese pequeño hombre?
Percibimos pues, como se nos hace importante tener una experiencia personal con Jesús. El no tenerla, se nos haría difícil entender lo que significa el plan divino; es por ello que, tenemos que darle el lugar preferencial en nuestras vidas.
Amigos, ese mismo encuentro no solo lo experimento Zaqueo, sino que también lo vivieron los primeros discípulos de Jesús. 

Al revisar la  historia de la humanidad apreciamos que esta maravillosa experiencia la han experimentado   todos aquellos que, lanzándose a tomar decisiones firmes y libres, dinámicas y profundas, se dejan transformar y estremecer sus vidas asumiendo un propósito firme de jamás ser los mismos.
Tú que lees estas líneas, no temas, Dios no te va a rechazar. ¡Inténtalo! No importa lo que hayas hecho, Dios no quiere tu pecado, pero te ama a ti. Ten fe y con toda confianza pídele su ayuda colócate en sus manos.

SEÑOR, TU NOS CONOCES Y SABES CUANTAS DEBILIDADES SENTIMOS. FORTALECENOS Y LLÉNANOS DE TUS GRACIAS PARA PROCLAMAR SIN TEMOR TÚ PALABRA.
 
posted by Laureano García Muentes at 11:35 a.m. | Permalink |


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