sábado, noviembre 09, 2013
BUSCAR LA MADUREZ ESPIRITUAL
                                               
Al leer la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas capitulo 2, volví a encontrar en ella esa frase que siempre he guardado en mi corazón (v/20): “Ya no soy Yo quien vive, sino es Cristo quien vive en mi”

A decir verdad, esta frase, me ha sacudido por muchos años, tanto, que he evidenciado su fuerza, la que me impulsa a forjar metas que me han de llevar a proyectar mi vida hacia esa madurez espiritual que tanto Jesús Maestro ha querido moldear en mí.

Si, una madurez espiritual que ha de llevar enclavado un equilibrio emocional y sicológico. Y  que para alcanzarlas es  necesario vivir por Cristo y para Cristo haciéndolo centro en mi vida.

“Hay que nacer de nuevo para poder entrar al Reino de los Cielos”; fue la respuesta que dio Jesús a Nicodemo cuando lo visitó en una noche oscura y desolada. Una respuesta centrada en la salvación que El nos vino a traer. Y…no cabe duda que Nicodemo lo hizo a esas horas, quizás por el temor de ser descubierto por sus amigos o vecinos, ya que era un hombre muy importante entre los fariseos. Era un líder,  Pero tuvo la valentía y tuvo el coraje de reconocerle como el Maestro venido de Dios, pues escuchó, vio y palpó que nadie podía dar las señales que Él hacía. (Jn.3, 1- 21)

Es claro que Jesús no le decía a Nicodemo que tenía que volver a nacer nuevamente físicamente, ¡no!; El le pedía que dejara atrás su orgullo, sus ansias de poder, su vanidad, y se bajara de sus seguridades… y con firme decisión, comenzara a moldear una vida nueva, donde lo espiritual prevaleciera ante todo, procurando darle a Dios un lugar privilegiado en su corazón. 

Miren. Y es así como iniciamos un caminar seguro hacia la madurez espiritual. No olvidemos que ella es el norte y la meta a la que todos debemos apuntar como seguidores de Cristo Jesús.

Ante todo ha de prevalecer la humildad y la sencillez de corazón en nuestras decisiones para dar forma a esa nueva vida, sin reservas. Darle forma a la plenitud del llamado, es la exigencia principal que nos hace Jesús, el Maestro para poder ser sus discípulos. No podemos iniciar el andar por ese camino si su ejemplo de vida no nos moldea y no conozcamos la Vida que nos ofrece.

Cabe entonces preguntarnos: ¿Cómo debemos salvaguardar ese camino hacia la madurez espiritual?

Miren, en la Palabra de Dios hay muchas indicaciones que se nos invitan a lograrla. Por ejemplo, en Jn. 2, 1-12, el texto de las Bodas de Cana nos incita a describir con sencillez este denso tema.

Cuando invitamos a la Santísima Virgen María, la Madre de Jesús, a que visite nuestra casa y junto a ella, oramos; Ella, con suspicacia se da cuenta que el vino que teníamos reservado para la fiesta, se acaba o quizás es de muy baja calidad.

Entonces Ella, como dulce madre, acude a Jesús en nuestra soledad y desesperanza para qué nos envíe el vino bueno para llenar nuestras tinajas. ¿Y…Que nos queda a nosotros? La respuesta ha de ser firme y decidida: Limpiar primero las tinajas y llenarlas de agua limpia y pura cuantas veces nos sea necesario; pero con fe y mucha oración. Además, debemos darle un toque final con una vida ejemplar y llena de virtudes. Así, el Vino bueno, perdurará para toda la vida.

Bueno queridos amigos, manos a la obra. Ya conocemos el mensaje que nos trae Jesús para alcanzar la Madurez Espiritual. En el Evangelio de San Juan 17:7-10  lo podemos reafirmar: “Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos”

Recordemos que el vino bueno es la gracia que nos regala Dios de manera generosa, y ella la logramos cuando nos esforzarnos por mantener el amor a Él y al que lo necesitan, esos mismos con quienes convivimos y a quienes les debemos servir el vino bueno para toda la vida.


SEÑOR, PURIFICA NUESTRA VIDA Y LLÉNANOS DE CORAJE CADA INSTANTE PARA LUCHAR EN EL MAR EMBRAVECIDO DEL MUNDO QUE NOS ATRAE.
 
posted by Laureano García Muentes at 9:00 a.m. | Permalink |


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