Al
leer el texto del Evangelio de San Mateo 5, 14-16, me detuve un poco para
discernir lo que el Señor nos quería decir, cuando en él, le anunciaba a sus discípulos:
“Ustedes son luz del mundo”. Pude comprender, que este texto hoy, nos aguijonea
el corazón y nos incita a que ejerzamos nuestra vocación de cristianos a la manera
como nos la pide y que desde nuestro Bautismo aceptamos en ser un apoyo
misionero en la obra de salvación que El con amor, ha dado a conocer a los
hombres en el mundo.
El
nos recuerda además en este texto (actual para todo tiempo), que hemos sido
llamados para encender nuestro corazón en el amor de Dios; y que nuestra forma
de ser y de actuar ha de ser testimonial y provocadora de grandes cambios en la
sociedad, en la familia y en todos los lugares donde nos encontremos.
Y
es que es necesario entender que el ser Luz, es brindar claridad donde existan
las tinieblas, es incitar cambios en los hombres para alcanzar la bienaventuranza;
y donde nos encontremos, convertir cada espacio en claridad para que todo lo
que no se pueda ver y este oculto, sea resplandecido. Es esta pues, la gran
tarea que nos coloca hoy en nuestras manos y en nuestros hombros, el Maestro.
Y
es que esa luz que ha de salir de nosotros viene de esa relación cercana que
tenemos con nuestro Dios, cuando nos encontramos con el amor total del Padre
que ha cambiado todo lo que éramos y que nos transformo en lo que hoy somos.
Cuando
nos convertimos en testigos del amor de Dios, nos volvemos luces provocadoras que
iluminan y manifiestan paz, amor, solidaridad y justicia; y por ende, esa
gracia, no guardada en un lugar escondido, sino que la hacemos visible y la colocamos
donde se vea e ilumine, ya sea en nuestra casa y en todos los lugares que nos
encontremos.
Cada
reencuentro con el amor ha de proclamar el don del perdón y por tanto, la paz que se
vivencia en el alma y en el corazón; se multiplica y provoca que se alegre nuestro
espíritu para reconocer lo grande del poder de Dios. El es Santo y Único en bondad y misericordia.
A
Simón, el Zelote, llamado así porque
era muy celoso y obediente a las leyes judía y caninita; aprendió que la Ley
del Amor es la base y el máximo objetivo de todas las Leyes, Normas y
Reglamentos. Jesús le enseñó que un evangelizador exitoso era aquel que iba al
encuentro con las personas donde ellas estuviesen y luego amorosamente las
invita a la conversión.
Hay
que apostar por ideales nobles en esta vida. Decidirnos a cambiar la venganza
por el perdón, el egoísmo por la generosidad, el odio por el amor, la debilidad
ante las dificultades por la fortaleza ante ellas.
SEÑOR, AQUÍ ESTAMOS HOY
ALABANDO TU SANTO NOMBRE Y HABLANDO DE TI Y DE TU LENGUAJE DE AMOR, ESE MISMO
QUE HOY ESTA VIGENTE Y EL QUE SERA POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.