lunes, noviembre 25, 2013
LA RECONCILIACIÓN UNA PUERTA DE ENTRADA PARA VIVIR EL ENCUENTRO CON DIOS

Al meditar a cerca de la reconciliación, abordé la lectura de la primera carta del Apóstol Juan en el, cap. 2. 9-11,  en el que versa: “El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está todavía en las tinieblas. El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace tropezar. Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido” y vi en estas líneas la invitación que nos hace el Señor a vivir el perdón y el amor a Dios sobre todas las barreras de la vida.
Estamos a las puertas del tiempo de Adviento, tiempo de preparación espiritual para celebrar el acontecimiento más grande de todos los tiempos: El Nacimiento del Mesías, el Salvador, Jesús, El Enviado, El Hijo de Dios; y para vivirlo a plenitud hemos de disponer nuestros corazones con amor corresponsable a nuestro Creador dándole el mejor de los regalos: Un cambio de vida mediante una auténtica renovación.
Si, un enderezar el comportamiento llevando consigo una radical decisión: Olvidar el Yo para pensar en los demás. Defender con un profundo amor a los más débiles, buscar a cualquier precio los medios de apoyos para acabar con la opresión hacia ellos y demostrar la inconformidad a las injusticias a que ellos son sometidos por el abandono y los desprecios.
Y es que esa es nuestra misión de bautizados: Dar muestras de un reino donde prevalezca la generosidad y la entrega, y donde se sacrifique el bienestar y las seguridades que poseemos y que nos son difíciles de abandonar.
Qué hermoso sería que seamos capaces de expresar a toda voz a quienes con nosotros comparten la vida, que nos estamos preparando para el nacimiento de Jesús, dando muestras de nuestro coraje y disposición, de ir apartando las seguridades, el egoísmo, el mal genio, el no querer sufrir, la vanidad, el orgullo, la falta de tolerancia, etc. Pequeños sacrificios que nos van haciendo grandes.
Es entonces el momento para ir preparando un gran examen de conciencia ofreciendo al Señor esos esfuerzos y pidiéndole su ayuda.
Es este el tiempo para que descubramos nuestras fallas y para pedir perdón no solo a Dios sino también a nuestros hermanos, familiares, amigos… y a aquellos a quienes hemos ofendido.
Si así actuamos, seremos capaces de ser hombres nuevos y solidarios con los que sufren; y de hecho, estaremos en verdad preparando el camino para que el Señor Jesús nazca en nuestros corazones.
Recordemos que la paz es fruto del amor y del perdón, de la comprensión y de la lucha por mejorar y amar sin medida.


SEÑOR, MUESTRANOS TU MISERICORDIA Y DANOS LA SALVACION. NOS DISPONEMOS A RECIBIRTE EN EL PESEBRE DE NUESTROS CORAZONES.
 
posted by Laureano García Muentes at 10:28 a.m. | Permalink |


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