martes, noviembre 20, 2012


EL AMOR POR DIOS NOS ENCIENDE LA VIDA

He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!”

Lc.12.19


El amor de Dios es incondicional, misericordioso, fiel e interminable, no tiene límites, ni distinciones por la raza o religiones. Al amarnos unos a otros y respétanos mutuamente, nuestra convivencia familiar y comunitaria se hace más liviana y llevadera, porque el amor que El nos ofrece nos va encendiendo el corazón y a través de su luz y con su calor, nos va vigorizando las fuerzas para apartarnos de toda intención de peligro y de pecado.
Quienes en el despertar de cada día notamos su grandeza y generosidad hacia nosotros,  percibimos el gesto mas preciado de su amor al regalarnos la vida y la posibilidad de abrir nuestros ojos, el poder respirar, el sentir y  palpar todo lo que está a nuestro alrededor; y lo más hermoso de todo, el de brindarnos los medios necesarios para comunicarnos con todos los que están o no a nuestro lado ya sea de manera verbal o escrita.
Me pregunto hoy: ¿No comprendo como muchos de nosotros aun no nos hemos dado cuenta de cuánto nos ama Dios y por el contrario dudamos y no evidenciamos su existencia?
¡Qué grande y hermoso es el amor de Dios! Cuánto quisiera que hoy tomáramos la decisión única de servir a Dios,  viviendo y multiplicando su amor; y donde cada uno de nosotros como sus hijos creados a su imagen y semejanza, seguidores y continuadores de su obra en el mundo, encendiéramos su fuego y su amor en cada rincón del mundo. Si así lo hiciésemos transformaríamos al mundo.
No es nada imposible. Ese fuego ya fluye en ti y en mí. Y entonces me preguntaran: ¿Cómo así? Si, les responderé. El fuego del amor de Dios en cada uno de nosotros arde ya y lo vivimos y sentimos desde nuestro bautismo y Dios espera de nosotros que se lo propaguemos a otras personas a través de nuestro testimonio de vida, siendo fieles a sus virtudes que ha venido sembrando cada día en cada corazón.
Jesús nos dice en el Evangelio de San Lucas Cap. 12.49-53: “He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra
La esencia del cristiano está en la caridad y en vivir apasionado por el amor a Dios. Su sentimiento de afecto ha de ser como el fuego que a la vez enciende todo y consume una y otra cosa, que se extiende y se expande con calor y pasión y hasta divide los corazones fríos y mezquinos que nada mas piensan en llenar sus pobres pretensiones.
Pidamos a nuestro Dios hoy que a través de su Espíritu santo estemos en continuo crecimiento y libre de presiones externas que destruyan nuestra identidad cristiana. Que no seamos indiferentes y apaguemos su luz y ardor frente a la mediocridad que nos ofrece el mundo. Que nos llene de sabiduría para saber entender y aceptar los signos de los tiempos y cuando sea necesario hablar que no estemos callados.
 
SEÑOR, TU ERES FUENTE DE LUZ. QUE HOY NOS COMPROMETAMOS EN DARTE A CONOCER COMO ÚNICO Y VERDADERO DIOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 6:59 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>