“Que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación
para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál
es la esperanza a la que os llama”
Efesios
1, 17-23
Al encontrarme caminando por
una de las calles de mi barrio manga, cierto día me encontré con una señora
vecina de mi casa, quien después charlar con ella a cerca de su familia y de su
salud, me atreví a preguntarle él porque ya no la veía participar como antes en
las actividades que se desarrollan en la Iglesia. Ella, muy apesadumbrada me
decía “No te alcanzas a imaginar lo que ha sucedido”: “He tenido que ir en
busca de otras Iglesias, en otros barrios, para ver si en medio de mis
problemas logro encontrar en ellas a alguien que me ayude y me asesore, porque en
la de aquí, no he podido encontrar nunca la oportunidad de hablar con los
padres, ni tengo esa confianza con ellos para expresarles
mis inquietudes; en cambio en las otras iglesias que visto, siento lo
contrario. Figúrate, desde que yo llego me tienden la mano y con esa confianza
que me dan, he podido encontrar algunas personas que me brindan su amistad y lo
más gratificante de eso es que noto en ellas su interés de ayudarme y lograr en cualquier momento que me
realicen ese milagro que siempre he esperado”.
Yo le dije, me parece
sorprendente tu historia, pero mira como son las cosas. Los hombres de hoy nos
hemos convertido en criaturas que vivimos siempre a la expectativa y por ello
nos atraen todo tipo de curiosidades. Nos emocionamos con los milagros y los
nuevos descubrimientos; y ello nos fascina. Pero ojo, si ellos no mejoran
nuestra relación con Cristo sólo se constituyen en actuaciones que nos llevan a
realizar la vida de una manera momentánea
y muy frágil.
Mira, le dije: Herodes, el
rey de Judea en la época de Jesús ha sido descrito como un personaje “muy
curioso”, siempre se desvelo por ver y conocer a Jesús. Desde su nacimiento le
entro la curiosidad, cuando los reyes al seguir la estrella en el horizonte
caminaron hacia Belén y sin saberlo le contaron a Herodes lo que les atraía: El
nacimiento del niño que salvaría a la humanidad. Luego, escucho mucho de Él,
cuando realizaba en toda la comarca los milagros. El sabia, que en ese Señor había
algo muy especial.
Su actitud fue como esa que
muchos de nosotros hacemos hoy: Cuantos nos congregamos y nos ponemos al
servicio de las iglesias buscando una sanación o un milagro sin tener el mínimo
deseo de buscar y encontrar a Jesús.
El hecho de salir en busca
de cosas seductoras no cambian las cosas, porque “todo lo que no es del cielo
es temporal”. Eso que buscamos con nuestros afanes aferrándonos a ellos y que
no tienen valor duradero, no tiene ningún sentido, es vano. Y es en eso donde
muchos de nosotros caemos y nos convertimos en presas fáciles. Quienes no
fortalecen sus vidas en valores sino en estándares materiales esforzandose unicamente en vivir la vida de
manera cómoda y fácil, nunca podrán conocer a Jesús, ni comprender
sus enseñanzas y la cruz. Esos que viven asi, consideran la cruz como un instrumento de tortura y destrucción.
Si conoces de cerca la
historia del rey Herodes, puedes comprender que a él, no le importaba conocer a
Jesús en su espíritu y verdad. No quiso que el contacto que Dios le brindaba y que
le iria a cambiarle su vida.
Así nos pasa también hoy a nosotros. Cuando no permitimos a Jesús que nos cambie y no le damos la oportunidad ni la libertad para afectar lo que es de nosotros temporal. Asi, nuestros logros, no tendrán sentido, ni valor pues serán vanos.
Así nos pasa también hoy a nosotros. Cuando no permitimos a Jesús que nos cambie y no le damos la oportunidad ni la libertad para afectar lo que es de nosotros temporal. Asi, nuestros logros, no tendrán sentido, ni valor pues serán vanos.
Al disfrutar de una aventura o vamos haciendo peregrinajes y
viajes turísticos en lugares y ciudades para nosotros desconocidas nos embelesamos por los nuevos descubrimientos.
Si asistimos a conferencias edificantes y ha eventos especiales en iglesias
para conseguir obtener experiencias que nos hagan sentir en la cumbre de la
montaña, pero todas son temporales, aunque la cumbre de la montaña nos lleve
más cerca a Dios, el tiempo que pasamos allí será malgastado a menos que seamos
cambiados eternamente por ello - Ese cambio ha de ser demostrado inicialmente en el
valle antes de escalar la montaña.
Como me has contado tus problemas son temporales, incluyendo los que parecen
interminables. Pero si en tus
sufrimientos no hay cambio que transfigure tu alma y buscas la manera de irradiar a Jesús ,
cualquier alivio que recibas de la resolución del problema será temporal y en
vano.
Mira, para que nuestras vidas estén llenas del valor duradero, tenemos que estar curiosos de lo que Jesús quiere hacer en nuestros espíritus. Todo nuestro entusiasmo debe estar basado en cambios que mas adelante bendecirán al reino de Dios para siempre.
Mira, para que nuestras vidas estén llenas del valor duradero, tenemos que estar curiosos de lo que Jesús quiere hacer en nuestros espíritus. Todo nuestro entusiasmo debe estar basado en cambios que mas adelante bendecirán al reino de Dios para siempre.
Después de escucharme con mucha atención,
sonrió y me dijo: “Es verdad lo que dices, muchos estamos errados cuando
queremos que nuestros problemas se soluciones lo mas prontamente y si pensarlo,
nos vamos involucrando en medios y lugares
equivocados donde nos incitan a soñar cosas vagas y temporales”. “Nunca pensé que
usted podría aconsejarme de esta manera y que podría contarle con toda
confianza mis problemas”
“A veces actuamos con ligerezas
impulsados por los temores y las agonías que día a día nos agobian, pero de
verdad, estoy casi segura que en nuestra iglesia si hay personas capases de
guiar a uno a buscarle solución a las cosas”.
Yo le dije: Así es, solo debes
perseverar en encontrar el momento indicado para que puedas hablar con alguien
en la Parroquia, allí, los sacerdotes que se encuentran están disponibles para
guiarte y acompañarte en todos tus problemas y en el proceso de conversión.
Ella, dándome un beso en la mejilla se despidió
y se fue a su casa agradeciéndome los minutos que compartimos juntos.
SEÑOR, VERDADERAMENTE TU ESTAS EN MEDIO DE NUESTRAS VIDAS, SOLO
BASTA QUE TENGAMOS LA DISPOSICIÓN DE BUSCARTE PARA HALLARTE