jueves, agosto 09, 2012
¿BUSCAR A DIOS EN UN DESIERTO?
¿Buscar a Dios en un desierto? ¿Acaso Dios se encuentra en un lugar alejado? ¿Como así? ¡Eso me parece absurdo! Me respondía una persona cierto día en una de las reuniones de la pastoral de Evangelización, cuando me refería a la importancia de buscar por todos los medios la presencia de Dios en nuestras vidas.

Le dije: Si! Hay una razón para hallar a Dios en el desierto. A Él, lo podemos encontrar en un momento de la vida cuando nos hallamos desesperados  y fatigados por andar en un mundo esclavizado y apartado de su presencia.

Descubrir la presencia de Dios en los momentos difíciles es una maravilla, le expresaba yo. El con insistencia me decía: ¿Cómo consigo yo encontrarlo lleno de problemas y dificultades?

Mira, le respondí: Entre más nos sintamos que estamos abandonados y cansados por nuestros problemas más cerca esta Dios de nosotros y lo particular del caso, es que trata de ayudarnos para restaurarnos.

¿Que nos pide a todos? Dirigí mi concepto a los que se encontraban en la reunión. Que tomemos una sola y única decisión. Dejar atrás todo lo que nos zarandea y esclaviza y sin mirar lo que vamos dejando a un lado seguir a Dios con paso firme.

Pero para recibirlo en nuestros corazones, debemos simplemente detenernos. Entrar en su presencia, entrar en un desierto con El a nuestro lado, y confesarle con firmeza en nuestra intensión: dejar de hacer lo que hemos estado haciendo mal, es decir, dejando de correr tras lo que pensamos que necesitamos y que nos embelesa. Dejar de  quejarnos ante las situaciones que atravesamos, aceptar las cosas como son y dejar de reaccionar como si los sentimientos representaran exactamente la verdad. Y por último, dejarle que actué en nuestra vidas.

Tenemos que sentarnos a discernir sobre nuestra vida y destapar el baúl donde guardamos todo aquello que con gran recelo en el corazón, no queremos nunca mover, esas cosas que en un momentos menos pensados, nos oprimen y encierran en sí mismo, que nos hacen sentir muchas veces derrotados, oprimidos e insignificantes. Hacer eso, nos ayuda a que recobremos la confianza y pongamos en Dios nuestras ilusiones y esperanzas.  

Ahora les pregunto: ¿Alguna vez hemos resuelto los conflictos solos y aun así, después de creer que lo hemos solucionado nos sentimos vacíos y fatigados?  ¿Alguna vez nos hemos propuesto escapar de esas cosas que nos atraen y que sabemos que nos hacen daño al alma? ¿Nos hemos sentido postrados, desesperados, con dificultades como si estuviésemos recorriendo solos un desierto? ¿Hemos sentido a Dios demasiado lejos?

Miren les decía a todos en la reunión: Así se sintieron los israelitas en el desierto cuando salieron de Egipto después de estar esclavizados y oprimidos, ellos se sintieron derrotados por Dios en lugar de amados; ellos necesitaron su fortalecimiento.

Precisamente, fue en el desierto donde los israelitas fueron reforzados y preparados para llegar triunfantes a la Tierra Prometida. Ellos tuvieron que dejar de correr hacia su destino y vagar lentamente alrededor del desierto, deteniéndose por períodos largos.

Fue en el desierto donde Jesús fue reforzado y preparado para su batalla contra Satanás; tuvo que tomar un tiempo de cuarenta días para prepararse para enfrentar el gran desafío que su Padre-Dios le había misionado para llevar a los hombres hacia la salvación.

El tiempo del desierto es un período para orar, entregarse en las manos de Dios y descansar,  antes del reedificar. Si creemos en la Palabra de Dios celebraremos con tambores, guitarras, pianos o CD o lo que tengamos, gritando de alegría, proclamando las bondades de Dios.

SEÑOR, REEDIFICA NUESTRAS VIDAS Y LLÉNANOS EL CORAZÓN DE ESPERANZAS EN UNA VIDA NUEVA.


 
posted by Laureano García Muentes at 11:39 a.m. | Permalink |


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