Me decía un amigo hace unos días cuando comentábamos
a cerca de la fe: ¿Cómo puede mantenerse nuestra fe constante,
cuando permitimos que las circunstancias de nuestras vidas quiten nuestros ojos
de Jesús?
De verdad hoy estamos enfrentados a muchas
situaciones que nos atraen, pero recuerda lo que les pide Jesús a quienes le
seguimos: que estamos amenazados por el mundo y que vamos a caminar en medio de
lobos, para ello es necesario que nos mantengamos firmes y orando al Padre para
que nos fortalezca cada vez más la fe.
Cuando no estamos centrados en Jesús y preferimos
todo lo que nos ofrece el mundo, cambiando nuestros ideales por cosas superfluas,
nos vamos a sentir débil y muy vulnerables y fácilmente somos sacudidos ante
esa lucha que enfrentamos.
Miren como es el pecado del mundo. Cuando estamos
sucumbido en el, nos llenamos de temores y empezamos a desconfiar de Dios y vamos
confiando mas en nuestras propias suposiciones.
Si
nuestras decisiones son firmes y depositamos toda nuestra confianza en Dios,
El, nos ayudara y nos mostrara sus caminos que ira contradiciendo todos
aquellos supuestos episodios que hemos tomando y que nos desvían de sus manos.
Me
decía, con mucha preocupación: Hace algunos años, las malas noticias casi estaban
destruyendo mi fe. Y con tristeza me refirió:
“Junto
a mi familia nos sucedió algo que nos marco la vida. Después de ocho meses de sosiego
por la falta de trabajo, decidimos poner en venta la casa donde vivimos y
construimos nuestro hogar, le colocamos un precio muy accesible y con grandes
facilidades de pago. Pero no te alcanzas a imaginar, me decía, vimos con
nuestros propios ojos que muchas casas que estaban con un precio más alto y sin
las facilidades para su adquisición, se vendían y la nuestra no.
Nos
pusimos a orar y le colocamos la venta de la casa en las manos de Dios, pero
viendo que ello no ocurría, nos vino la preocupación y la desconfianza en Dios
y comenzamos a afirmar que Dios, no se preocupaba por nosotros, sino de esos
otros que han vendido a buen precio y en forma rápida sus casas.
Ante
tanta ironía, pudimos reflexionar como buenos cristianos colocando nuestra situación
en Dios y orando con insistencia le pedíamos su ayuda.
Y
efectivamente, después de insistirle vimos las evidencias que nos proporcionaba
a toda la familia. La casa a la que aspirábamos cambiar y que no estaba a
nuestras posibilidades económicas fue vendida a otra persona, nuestra casa fue
vendida a un buen postor, los problemas se fueron solucionando y a razón de
ello, nuestro hijo más pequeño pudo terminar
en el Jardín de niños sin tener que cambiar escuela. Dios nos dio amigos que en
esas dificultades oraron por nosotros.
Yo
le dije: Mira, Las obras de Dios suceden cada día, especialmente durante las
dificultades. Por ello es importante que profundicemos más en la confianza en
El y permitámosle que nos transforme, pidiéndole con toda firmeza que aumente
en nosotros la fe.
Ten
presente siempre que la desconfianza es
un rechazo de la bondad de Dios.
Reconociendo las bondades que nos regala cada
día Dios nos despedimos y se fue agradeciéndole por haberle llenado a él y a
toda su familia de confianza y de una fe más firme.
SEÑOR,
MUESTRANOS CADA DIA TUS BONDADES Y DANOS UNA FE FIRME PARA NO DEJARNOS SEDUCIR
POR LAS COSAS DEL MUNDO.