Dios siempre salvaguarda al hombre que vive el valor de la justicia.
Quienes creen que El es justo vive siempre en actitud de respeto, de amor, de fidelidad; porque sabe perdonar de corazón y está dispuesto siempre a comenzar siempre de nuevo.
Quienes creen que El es justo vive siempre en actitud de respeto, de amor, de fidelidad; porque sabe perdonar de corazón y está dispuesto siempre a comenzar siempre de nuevo.
Cuantas veces nos hemos equivocado queriendo suplantar a Dios. Hacemos
justicia con nuestras manos y castigamos a quienes por alguna razón nos han
ofendido y maltratado.
La justicia de Dios no consiste en castigar a los malos y premiar a los
buenos. Hablar de la justicia divina no debe llevarnos a pensar en un juez que
condena a los transgresores de unas leyes.
Las relaciones de Dios con sus hijos (todos los hombres en el mundo) no
se fundan en ningún tipo de ley, sino en su maravilloso amor gratuito.
La justicia de Dios es el fundamento de su continua actitud de perdón. “La misericordia del Señor con sus fieles
dura siempre; su justicia pasa de hijos a nietos” (Sal 103,17). El
interviene en favor de los que reconocen con humildad sus infidelidades y sus
problemas, y se fían totalmente de él, como amigo fiel que nunca falla.
La justicia divina está hecha de gratuidad y de fidelidad a sus promesas.
Por eso el Segundo Isaías puede presentar a Yavé como “Dios justo y salvador” a un pueblo que había sido tan
profundamente infiel a su alianza (Is 45,21). La tarea de liberar y restaurar
es la tarea propia de la justicia de Dios (Jue 5,11).“Mi salvación durará para siempre y mi justicia nunca se acabará”
(Is 51,6). Justicia y salvación de Dios son una misma cosa. Dios “juzga” a su
pueblo salvándolo (Sal 48, 11.15).
Según Jeremías, Dios y justicia están tan íntimamente interrelacionados,
que practicar la justicia es conocer a Dios y conocer a Dios es practicar la
justicia (Jer 22,16). La experiencia de construir la justicia es experiencia de
Dios, pues se trata de respetar a cada ser humano como hijo querido de Dios y
de ayudarle de modo que pueda vivir dignamente.
Dios es justo también respetando la libertad que nos ha dado. Él siempre
está en actitud de ayuda. Pero jamás se impone a nadie.
La fidelidad a un proyecto de amor no puede ser impuesta a la fuerza. Por
eso respeta tanto nuestras decisiones. Aunque usemos mal nuestra capacidad de
opción y de compromiso, Él se mantiene siempre fiel a su actitud de ayuda, si
es que se le acepta. Su proyecto es ayudarnos a crecer como personas, en amor,
inteligencia, belleza, creatividad...
Dios no es paternalista. No realiza Él directamente lo que es nuestras
propia responsabilidades. No nos hace "los deberes", mientras
nosotros "jugueteamos" como chiquillos caprichosos. Esto es parte de
su justicia también. Él anda siempre dispuesto a animarnos y aconsejarnos, pero
jamás a ser un metiche, alcahuete de nuestras irresponsabilidades. Es justo aun
dejando a veces que nos rompamos nuestras caprichosas narices, cuando las
metemos donde no debemos, a ver si así aprendemos...
Pero es Padre, todo amor, por encima de todo. Por eso su justicia acaba
enderezando todo lo que nosotros torcemos. Muchas veces no sabemos cómo. Pero
él es fiel a su amor y sabe cómo arreglárselas para que al final todo pueda
contribuir para nuestro bien. A veces nos corrige, aun con dureza, pero siempre
con cariño, buscando ayudarnos a crecer y a madurar.
SEÑOR, GRACIAS
PORQUE SIEMPRE TIENES TU CORAZON ABIERTO A NOSOTROS, A PESAR DE NUESTRAS
INFIDELIDADES ESTAS SIEMPRE DISPUESTO A PERDONARNOS.