miércoles, julio 04, 2012
VIVIR LA JUSTICIA DE DIOS
Dios siempre salvaguarda al hombre que vive el valor de la justicia.
Quienes creen que El es justo vive siempre en actitud de respeto, de amor, de fidelidad; porque sabe perdonar de corazón y está dispuesto siempre a comenzar siempre de nuevo.

Cuantas veces nos hemos equivocado queriendo suplantar a Dios. Hacemos justicia con nuestras manos y castigamos a quienes por alguna razón nos han ofendido y maltratado.
La justicia de Dios no consiste en castigar a los malos y premiar a los buenos. Hablar de la justicia divina no debe llevarnos a pensar en un juez que condena a los transgresores de unas leyes.
Las relaciones de Dios con sus hijos (todos los hombres en el mundo) no se fundan en ningún tipo de ley, sino en su maravilloso amor gratuito.
La justicia de Dios es el fundamento de su continua actitud de perdón. “La misericordia del Señor con sus fieles dura siempre; su justicia pasa de hijos a nietos” (Sal 103,17). El interviene en favor de los que reconocen con humildad sus infidelidades y sus problemas, y se fían totalmente de él, como amigo fiel que nunca falla.
La justicia divina está hecha de gratuidad y de fidelidad a sus promesas. Por eso el Segundo Isaías puede presentar a Yavé como “Dios justo y salvador” a un pueblo que había sido tan profundamente infiel a su alianza (Is 45,21). La tarea de liberar y restaurar es la tarea propia de la justicia de Dios (Jue 5,11).“Mi salvación durará para siempre y mi justicia nunca se acabará” (Is 51,6). Justicia y salvación de Dios son una misma cosa. Dios “juzga” a su pueblo salvándolo (Sal 48, 11.15).
Según Jeremías, Dios y justicia están tan íntimamente interrelacionados, que practicar la justicia es conocer a Dios y conocer a Dios es practicar la justicia (Jer 22,16). La experiencia de construir la justicia es experiencia de Dios, pues se trata de respetar a cada ser humano como hijo querido de Dios y de ayudarle de modo que pueda vivir dignamente.
Dios es justo también respetando la libertad que nos ha dado. Él siempre está en actitud de ayuda. Pero jamás se impone a nadie.
La fidelidad a un proyecto de amor no puede ser impuesta a la fuerza. Por eso respeta tanto nuestras decisiones. Aunque usemos mal nuestra capacidad de opción y de compromiso, Él se mantiene siempre fiel a su actitud de ayuda, si es que se le acepta. Su proyecto es ayudarnos a crecer como personas, en amor, inteligencia, belleza, creatividad...
Dios no es paternalista. No realiza Él directamente lo que es nuestras propia responsabilidades. No nos hace "los deberes", mientras nosotros "jugueteamos" como chiquillos caprichosos. Esto es parte de su justicia también. Él anda siempre dispuesto a animarnos y aconsejarnos, pero jamás a ser un metiche, alcahuete de nuestras irresponsabilidades. Es justo aun dejando a veces que nos rompamos nuestras caprichosas narices, cuando las metemos donde no debemos, a ver si así aprendemos...
Pero es Padre, todo amor, por encima de todo. Por eso su justicia acaba enderezando todo lo que nosotros torcemos. Muchas veces no sabemos cómo. Pero él es fiel a su amor y sabe cómo arreglárselas para que al final todo pueda contribuir para nuestro bien. A veces nos corrige, aun con dureza, pero siempre con cariño, buscando ayudarnos a crecer y a madurar.

SEÑOR, GRACIAS PORQUE SIEMPRE TIENES TU CORAZON ABIERTO A NOSOTROS, A PESAR DE NUESTRAS INFIDELIDADES ESTAS SIEMPRE DISPUESTO A PERDONARNOS.
 
posted by Laureano García Muentes at 5:40 a.m. | Permalink |


0 Comments:


<body>