Su respuesta fue contundente y muy certera, la que
hoy nos ha de conmover y avivar para que la conservemos como meta siempre en nuestras mentes y
la hagamos una guía que nos enseñe el camino del sentido verdadero del Discípulado Misionero
en el mundo de hoy: "Amemos a Cristo, porque sin él en la vida nada podemos
hacer".
Y ello es una gran oportunidad. Miren, cuando Cristo
nos dice: "permaneced en mí" nos está queriendo decir que lo amemos,
que nos unamos a Él y que permanezcamos junto a Él. Y es esta la trascendental
manera con la que podemos ser sus verdaderos testigos y anunciadores de su vida,
virtudes y obras en el mundo. Sin El no podemos dar frutos.
En la vida diaria podemos darnos cuenta de esta gran verdad. Dios lo ha hecho todo muy perfecto. Así como un manzano da frutos de manzanas y un árbol de limón da limones, así un cristiano debe dar sus frutos en el mundo; solo se requiere para ello una sola y única condición: poner en el corazón a Cristo Salvador y hacerlo vida en medio de todas las circunstancias como El hizo y enseño: Amando sin término y forjando para que otros le amen; concibiendo sin reservas lo que nos dice el Primero y Único mandamiento de la Ley de Dios: Amándonos unos a otros sin reservas y sin importar raza, religión o clase social.
Hermanos, Dios siempre se nos da día a día, minuto a minuto, totalmente y sin
condiciones; nunca se deja ganar en generosidad. Y es ese su defecto. No sabe
medirse, cuando ama, se da de manera total y sin condiciones. Su amor no tiene
límites y nos pide que nos entreguemos sin condiciones al hermano próximo igual
como El lo hizo, sin ninguna clase de tapujos.
Y Él para instruirnos en su sabiduría y para
darnos muestra de su generosidad nos regala hoy el evangelio de Juan 15.1-8 el
cual que nos ayudara mucho para comprenderle y amarle hasta el extremo, cuando
en él se nos dice: “Si lo amamos y permanecemos en él, vivimos la gloria por
adelantado”. Que grande y generoso es su
corazón.
De esta manera única y particular, estaremos dando
los frutos, nos estaremos realizando en el mundo y seguiremos cumpliendo la
Obra Creadora que el mismo Padre nos encargo: Haciendo todo con amor generoso y
fraternal en medio de todo y a pesar de toda clase de dificultades.
Pidámosle hoy a Jesús, el Cristo y nuestro
Salvador para que nuestras vidas sean una oración que ayude a descubrir todo lo
que tengamos que «podar» en nuestras vidas, para así, poder unirnos plenamente a
Él y hacerlo vida en nuestros corazones, llenándonos a plenitud de sus gracias
para vivir la plenitud de la perfección que nos ofrece y constituirnos sus
discípulos y misioneros por amor en el mundo de hoy.